Abre los ojos, contemplar es lo primero – A pesar de los quehaceres de los días de plomo – 94


Fue en una Misa con mi familia. Era la dedicada especialmente a los niños. Miré a mis hijos y me conmoví al contemplarlos. Extrañamente, se me vino a la cabeza el texto de San Lucas sobre la visita de Jesús a la casa de Marta y María:
“Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude”

Jesús le responde: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»
Razón extraña, ¿contemplar cuando hay todo un Mundo que arreglar?
Pero, viendo a mis hijos, admití que los amo porque los contemplo.  Sí, realmente ese contemplar es el que hace posible que yo no sea un yo para mí sino un yo para ellos y formemos un nosotros. Y es eso lo que me lleva a amarlos, es decir, a darme, a ofrecerme, a regalarme. Y todo ello, no para hacer mucho de ellos, sino para ser con ellos.
Y así, con los otros, contemplandolos, das agua al sediento, vistes al desnudo, visitas al preso y al enfermo; es decir, das el agua que quita para siempre la sed que es Jesús, vistes de la Palabra de Dios al que la ignoraba y liberas al preso y al enfermo del Mal que le aleja de los demás y les impide, por tanto, ser uno mismo para servir a todos.
Por eso, el paso más difícil es el primero, contemplar al otro que es el Otro. Y por ello, Teresa de Calcuta afirmaba de esta manera: El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio, el fruto del servicio es la Paz.
Sin embargo, qué pocos son los momentos en nuestros días de plomo – llenos de tareas, vaciedades y miedos, en que los segundos pesan y todo es hastío y ansiedad- en los que solo admiramos y vivimos.

Juan Pablo Navarro
Maratania
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