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El gozo de la Semana Santa sevillana – Vista, oído, olfato, tacto, gusto y corazón – 44

El Arte ha buscado siempre alcanzar una obra que satisfaga a todos los sentidos y al espíritu. En la Semana Santa sevillana se encontró ya hace decenios. La vista alcanza a contemplar la belleza de las imágenes, el colorido de la  procesión, la emotiva danza de los pasos. El oído se recrea en los sones de la música, en el arrastrar de los pies de los costaleros, en el cantar de las saetas. El olfato huele las flores, el incienso y la cera, mientras el tacto siente como los labios besan la madera de vírgenes y cristos, el roce de la bulla y la piel se emociona en un momento eterno. Hasta las torrijas, los pestiños y la comida de cuaresma deleitan el sentido del gusto.
A este arte total lo redondea la necesaria participación activa del público fiel que las contempla en silencio o bullicioso, sentado o de pie, quieto o moviéndose con la multitud. Unido a la cofradía como devoto o espectador, orante o festivo, como simple curioso o colmado de pasión.

sevilla sevilla semana santa cachorro 1923

El Cachorro en 1923

Y qué decir del espíritu. Todo serìa una simple pantomima si la representación que se lleva a cabo no recordara el hecho religioso de la muerte de Cristo. Todo sería vacío si las imágenes no le simbolizaran a Él. Todo sería falso si los actores de la Semana Santa no creyesen esta realidad de fe. Esto es de tal manera, que esta religiosidad impregna la actitud del cristiano y, también, la de todos aquellos que acuden a la Semana Santa movidos por la tradición, la experiencia del rito o la belleza de las procesiones.
La Semana Santa es así un completo goce de los sentidos, una simbiosis entre actores y espectadores, una forma única en que toda una ciudad, Sevilla, se une ante un hecho religioso para creerse y crearse cada año con ritos centenarios y, a su vez, llenos otra vez de novedad, de fe y de amor. Es la conmemoración plena de la muerte de Cristo y la expectativa, ya festiva, de su Resurrección.

Juan Pablo Navarro
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La casa de los Mañara y la judería sevillana – 42

La Casa de mañara en "Casas Sevillanas desde el barroco a la Edad Media - Maratania48

La Casa de Mañara en «Casas Sevillanas desde el Barroco a la Edad Media» — Textos de Teodoro Falcón – Maratania

La casa de los Mañara se encuentra en la calle Levíes, nombre que pervive desde la época medieval, cuando vivía en ella la familia judía de los Levy. En ella destaca Samuel Levy, tesorero de Pedro I. Era en los actuales barrios de San Bartolomé y Santa Cruz donde se asentaba la judería, la segunda más importante del reino tras Toledo. Unas murallas la aislaban del resto de la ciudad y las actuales Santa María la Blanca y San José constituían su calle principal y hoy el claro límite entre ambos barrios. Los judíos constituían una comunidad rica y poderosa que, sin embargo, desapareció con el asalto a la judería en 1391 por el pueblo excitado por las prédicas del arcediano de Écija Ferrán Martínez. Contaba con tres sinagogas que se convirtieron en templos cristianos, la de San Bartolomé, la de Santa María la Blanca y la desaparecida de Santa Cruz. Quedó rota así la convivencia entre cristianos y judíos desde la reconquista. Ésta fue definitiva con las expulsiones de 1483 y 1492.
En el siglo XVI se transformó el entramado urbano con la fundación de conventos, iglesias, corrales de vecinos y palacios. A principios del XX, el marqués de Vega-Inclán realizó una serie de reformas que convirtieron al barrio de Santa Cruz en el enclave turístico por excelencia mientras que el barrio de San Bartolomé mantuvo un carácter popular con sus calles estrechas y sinuosas de origen islámico.

La Casa de Mañara en “Casas Sevillanas desde el Barroco a la Edad Media – Maratania

La Casa de Mañara en “Casas Sevillanas desde el Barroco a la Edad Media – Maratania

Es, en este último barrio, donde don Diego de Almansa mandó edificar, en torno a 1535, el palacio que, desde 1623, se convirtió en residencia de los Mañara. Ésta era una de las numerosas familias foráneas, en este caso de Córcega, que se asentaron en Sevilla en el siglo XVI, enriqueciéndose de manera que llegaron incluso a alcanzar la hidalguía. El más conocido de esta familia es Miguel Mañara (1626-1679), quien tras la muerte de su esposa en 1661, abandonó su vida mundana para dedicarse al servicio de los pobres. En 1671, dejó su palacio para residir en una casa más humilde en la calle que hoy lleva su nombre y, en 1677, a la más humilde celda de su Hospital de la Caridad.

La fuente de la Casa de Mañara en "Casas Sevillanas desde el Barroco a la Edad Media - Maratania

La fuente de la Casa de Mañara en “Casas Sevillanas desde el Barroco a la Edad Media – Maratania

La bella portada de mármol está flanqueada por dos columnas toscanas de fuste acanalado que sostienen un entablamento entre cuyas ménsulas se alternan bucráneos (cráneos de buey) y mascarones femeninos, sobre el que se encuentra el sencillo balcón central. La larga fachada se estructura con pilastras de distribución irregular y el alero se cubre de tejas, salvo en las dos últimas calles, en donde se dibuja una terraza con un original diseño de su antepecho rematado por pináculos. En su fachada se observa el gusto proveniente del seiscientos sevillano de imitar sillares u otros elementos en las fachadas, forma barata y eficiente de dar una visión nueva a un paramento liso.
Este palacio sigue el modelo de casa palacio sevillana asentado durante el siglo XVI. El edificio se articula en torno a un patio principal alrededor del que se distribuyen las dependencias y donde se centra el lugar de descanso y recreo de sus residentes. Este patio se rodea por arquerías en cada una de sus plantas con arcos semicirculares en la baja y rebajados en la alta. En su centro se muestra una bella fuente de mármol, posiblemente de artífices italianos que trabajarían en el palacio. Sobre su pedestal, cuatro niños-hermes derraman el agua a través de los odres que sujetan sus manos.
Este edificio, que llegó a usarse como colegio y estuvo abandonado durante largo tiempo, se rehabilitó acertadamente entre 1989 y 1992 por F. Villanueva Sandino para sede de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Juan Pablo Navarro Rivas
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La Catedral de Sevilla desde el hotel EME – 41

la giralda desde el hotel eme - sevilla y su provicia - foto de maratania
La pasada semana tuve la suerte de ver anochecer desde la terraza del hotel EME Catedral en la calle Alemanes. Queríamos hacer fotos de la Catedral para el libro de medio formato que vamos publicar con el nombre de Sevilla, Ciudad y Provincia y que sustituirá a Sevilla Múltiple. Gracias a la amabilidad de Antonia Rodríguez, su Directora de Comunicación, nos apostamos por la tarde en su terraza y empezamos a retratarla mientras anochecía. Desde allí, se ve la Giralda y la Catedral por el lado del patio de los Naranjos, a la izquierda el palacio Arzobispal, a lo lejos, al sur, las torres de la plaza de España y, a la derecha, la cúpula del Sagrario por donde se otea el ocaso.
la giralda y la plaza de españa desde el hotel eme - sevilla y su provicia - foto de maratania
Disfrutamos de los tonos magentas de la tarde que tornó a cian conforme declinaba el sol y cerró en amarillo cuando, poco antes de la noche, la luz eléctrica iluminó el monumento. Mientras tanto, a nuestras espaldas, la gente conversaba plácidamente con una copa en la mano y, de vez en cuando, no podían dejar de mirar, de admirar, a la Giralda, que les observaba desde el cielo. Cuando llegó la noche, recogimos el trípode y la cámara para irnos. Al echar la última mirada, vimos a un hombre solitario que, sentado, sólo miraba. Sin duda para él, ese momento fue eterno.
la giralda y la plaza de españa y palacio arzobispal desde el hotel eme - sevilla y su provicia - foto de maratania

 
Juan Pablo Navarro
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Un artículo de hace 150 años sobre el Corral del Conde – 39

Corrales de Vecinos - Sevilla 360º - Maratania

Página dedicada a los Corrales de Vecinos en Sevilla 360º

El grabado de 1850 de Adolph Rouargue (1810-1870) del corral del Conde es sobradamente conocido. En Sevilla 360º lo usamos para ilustrar el capítulo dedicado a los corrales de vecinos. Nuestra copia procede del original que poseemos publicado en Le Monde Illustre en 1862. En dicha revista, aparecía un artículo de Charles Yriarte sobre dicho  corral. Aquí lo tenéis:
El viajero que se creyese que ha cumplido por pasar tiempo en Sevilla para ver sólo la Giralda, el Alcázar, el Archivo, el patio de los Naranjos, la tumba de Hernando Colón, la espada de Vargas y los maravillosos murillos del Museo, no podría decir que conoce la ciudad del Sur de España, de Andalucía..

Charles Yriarte

Charles Yriarte (1832-1898)

Se debe pasear por las estrechas calles donde, de una casa a otra, se suspenden lonas de alegres rayas para protegerse del sol llamadas tendidos; pararse en las esquinas de las callejas admirando las Madonnas pintadas, ante las que la buena andaluza no pasa sin decir Ave María Purísima; perderse en las callejuelas serpenteantes, descifrando las  inscripciones, y reposar sobre las fuentes de mármol de la Merced, de la Magdalena, del Salvador, de la Plaza del Duque, donde se encontraban los naranjales de los Duques de Medina Sidonia.
El Corral del Conde, que toma su nombre de una de las grandes familias sevillanas, rodeado de casas antiguas donde cuelgan ropas de un tono feroz, con balcones salientes, con miradores que proyectan grandes sombras, es uno de los rincones de la ciudad donde se detiene el acuarelista con la mayor felicidad .
Cuando somos capaces de captar los matices de la lengua española, sentados a la sombra de sus sombrillas, esbozamos sus acuarelas, y las sevillanas, los majos y los aguadores nos ofrecen una representación por la que, fanático de España, del cielo azul, de los ojos almendrados, de los labios en flor y del habla castellana, yo daría toda la calle de Rivoli, menos el ayuntamiento y la torre de Saint-Jacques.
Id a Corral, donde se encuentra a la cigarrera, que lleva un vestido de lino, con una peineta en el moño, cayéndole la mantilla sobre los hombros y el clavel rojo o una flor de granada detrás de oreja. Aquí es donde uno pone su puño en la cadera y el sombrero sobre los ojos, aquí es donde lo envuelve con orgullo la capa y donde, por la noche, se celebran las mejores estampas de las corridas de toros. En el Corral es donde usted se encuentra el sevillano de verdad que llena su búcaros en la fuente y traza, sin saberlo, actitudes de estatua antigua.

 
corral del conde de Le Monde Illustre 1862   ADOLPH ROUARGUE de 1850 1810-1870

Corral del conde, 1850, Adolph Rouargue


Juan Pablo Navarro

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Las Setas de la plaza Mayor de Sevilla


Me he acercado a ver las Setas de la Encarnación del alemán Jürgen Mayer. Como buen sevillano, soy novelero y, en cuanto puedo, voy a ver la última farola que se ha inaugurado. Al menos, tengo una primera impresión que trataré de exponer brevemente.
El eje plaza del Duque, Imagen, plaza de la Encarnación hace ya más de 50 años que se perdió para la Sevilla clásica. La casa de los Sánchez Dalp, la farmacia Central o el café París son solo un recuerdo devorado por la rapiña de esta ciudad. En esa zona existen edificios modernos de cierto interés –como los firmados por Rafael Arévalo Camacho y Ricardo Espiau Suárez de la Viesca-. Era, por tanto, un territorio en el que la arquitectura moderna tenía una amplia presencia. Por tanto, la iniciativa de crear un hito moderno en esa plaza con la intención de atraer un mayor tránsito hacia esa zona era una iniciativa plausible. Más aun cuando hacia décadas que esa plaza no era más que un solar rodeado de vallas en las que durante decenios ninguna corporación había sabido encontrarle solución.
Evidentemente, la nueva plaza es mejor que el solar que ha sustituido, sin embargo esto no es ninguna plusmarca. ¿Qué son las Setas? básicamente es un mercado en cuyo techo se ha abierto una plaza que se cubre con unas gigantescas estructuras que se prolongan hasta lo que queda de la plaza decimonónica de la Encarnación.
Daré mi opinión:
La entrada a la plaza de abastos es bastante vulgar, del mismo modo que la cartelería comercial que se deja ver, sin un diseño cuidado y con el mismo tono que podría tener un mercado de barrio. La plaza encima de ésta permite una mejor visión de los edificios de su entorno, en especial el esplendido de Imagen, 2, de Arévalo Camacho. De igual modo, tenemos una nueva visión de la iglesia de la Anunciación, eso sí, estorbada por las cubiertas de la plaza.

Edificio de Imagen, 2, de Arévalo Camacho

Edificio de Imagen, 2, de Arévalo Camacho (1957-1961)

Y vamos a las cubiertas, donde se ha ido el grueso del gasto de 120.000.000€. En su conjunto, su gran tamaño ofrece una evidente espectacularidad; el tamaño siempre importa. Los pilares que le sirven de base, en mi opinión, son de un dibujo poco acertado, aunque de gustos quién puede dictar doctrina.
La cubierta ofrece un perfil horizontal muy sugerente (que ha sido repetido en la placa conmemorativa con el bochornoso y descarado “La ciudadanía de Sevilla inauguró…”; y, por cierto, cuándo dejarán los políticos y periodistas de confundir ciudadanos, sacrificado en el altar de lo políticamente correcto, ¡Citoyens, Citoyens! ¡qué diría Sieyès si despertara!, con la cualidad de serlo, es decir, ciudadanía). Sin embargo, la estructura de la cubierta del Metropol Parasol no deja de recordarme en sus módulos prefabricados al mecano de un juego infantil.
El conjunto de las setas da sensación de presión y, parafreseando a Abradacúrcix, como si el cielo fuese a caer sobre nuestras cabezas. El detalle de rotularla como plaza Mayor con las letras cerámicas tradicionales es de vergüenza ajena. ¿Plaza Mayor de qué?¿Qué pintan esas cerámicas entre tanta modernidad? ¿Qué sentido tienen? Quítense ya, que eso sí tiene marcha atrás.
La última seta, la que cruza la calle y llega a los restos de la plaza decimonónonica, tiene efectos pervesos. Ahoga a ésta y a la bella fuente que está en su centro, no deja perfilar con el cielo a la iglesia de la Anunciación y, lo peor, corta por la mitad la hermosa vista que había de la torre de San Pedro ya desde la calle Laraña.
Antonio Burgos comentaba que con el dinero del Metropol se podría haber restaurado 60 veces la iglesia de Santa Catalina, joya del mudéjar y del barroco; la capilla Sacramental de Leonardo de Figueroa es una de las cumbres del barroco español, Arte, este sí, con mayúsculas. ¿Cuándo reinará la modestia y la prudencia en nuestros políticos? ¿Cuántos estadios, tranvías, metropoles y torres Pelli necesitan para dejar de malgastar el dinero que les cedemos con los impuestos? ¿No podríamos haber hecho algo mejor y más barato?
Dicho esto, debo decir, que el objetivo de revitalizar esa zona se ha conseguido y que la realidad es que el Metropol ya existe, que ya está aquí, que ya es un patrimonio de la ciudad y que, por tanto, debemos empezar a amarlo aunque la boda haya sido a la fuerza y no queramos a la novia. Yo ya empiezo:
La Setas me gustan
Las Setas me gustan
Las Setas me gustan…

Juan Pablo Navarro
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¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla? (III) – Lo que yo creo -36


Concluyo aquí esta pregunta sobre quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla, ofreciendo lo que yo pienso.
El foco inicial debió estar en el paseo de las Delicias. Su origen está en el siglo XVIII pero fue con José Manuel Arjona, asistente de Sevilla de 1825 a 1833, cuando se transformó en un jardín romántico junto a los jardines de Cristina. Para ello, contó con el arquitecto madrileño Melchor Cano (1794-?) y el botánico y profesor de agricultura Claudio Boutelou (Aranjuez, 1774 – ¿, 1842). Estos tres personajes fueron el arranque de la Sevilla Ideal que culminó en 1929 y que desde entonces los sevillanos vamos lapidando por soberbia, ignorancia y rapiña.
José Manuel Arjona fue, de alguna manera, el último político de la Ilustración. Defensor del absolutismo de Fernando VII y, a su vez, inigualable modernizador de la ciudad de Sevilla, será recordado por la creación de los jardines del Cristina y de las Delicias. Su labor llegó más allá: garantizó el abastecimiento de la ciudad, impulsó el mercado central de la Encarnación, modernizó el alumbrado público, empedró un tercio de las calles, creó el cuerpo de bomberos, inauguró la escuela de Tauromaquia, etc.
Melchor Cano fue el primer arquitecto formado en la Academia que dirigió las obras de Sevilla. De su labor con Arjona destacan los nuevos conductos de agua de los Caños de Carmona, la iluminación y empedrado de calles y el diseño de la plaza del Duque, más los jardines mencionados.
Claudio Boutelou pertenece a una familia de jardineros suizos llegada a España con Felipe V, siendo él y su hermano Esteban los miembros más importantes. Jardinero del Botánico de Madrid, lo salvó de la destrucción durante la invasión napoleónica. Llegó a Sevilla en 1816 para planificar la desecación de las marismas del Guadalquivir. Durante su estancia, se encargó de la conservación de los jardines de la ciudad y de la creación de los citados de Cristina y de las Delicias. Su hijo Pablo es el que, como hemos reseñado en el anterior artículo,  menciona en 1842 las almácigas de naranjos y los granados que invaden las plantaciones de las Delicias.
Pasado este primer momento, parece que la entrada del naranjo como propio del adorno de las calles de Sevilla se para. La construcción de la plaza Nueva en 1854 por Balbino Marrón sería el siguiente hito. Éste fue arquitecto municipal y a él se debieron la urbanización de la plaza de San Pedro en 1844, el desaparecido salón elevado que hubo en la plaza del Salvador en 1846, la plaza del Museo en 1862, el nuevo Ayuntamiento concluido en 1867, etc.
1861 sería la siguiente fecha clave con la plantación de naranjos en la plaza de la Magdalena, cuyo origen es de 1844.
En 1881, tenemos una relación clara: plaza Nueva, plaza de la Magdalena, Cardenal Cisneros, la Alfafa, la del Triunfo y los Jardines de Cristina y de las Delicias y la zona de la plaza de América y la plaza de Armas. El Salvador, cuya plantación se había aceptado en 1872, no se haría hasta principios del XX.
Definitivamente, Aníbal González, a partir de 1910, sería el que daría el impulso final para que el naranjo llegase a las calles, a las plazas y al recinto de la Exposición Iberoamericana de 1929. El impulso se multiplicaría a partir de 1970, pasando de 5.000 a 25.000 llos ejemplares de naranjo amargo, fundamentalmente, por la plantación de estos en las nuevas barriadas que rodean la ciudad histórica.

Juan Pablo Navarro
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¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla? (II), una respuesta – 35


Voy a intentar dar una respuesta a la pregunta que nos hacíamos en el anterior artículo ¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla?
Para dar respuesta, voy a echar mano, en primer lugar, del excelente trabajo que hicieron, en 1996, Sabina Rossini Oliva (Dra. Ingeniera Agrónoma) y José Elías Bonells (Jefe de Jardinería del  Ayuntamiento de Sevilla), El Naranjo Amargo de Sevilla:
“En nuestro interés por investigar cuando el naranjo amargo ha tenido su principal difusión como árbol urbano, aportamos documentos del Archivo Municipal de Excmo. Ayuntamiento de Sevilla donde comprobamos que Pablo Boutelou, en la memoria que realiza de su actuación como Director de Paseos en 1842, ya nos menciona las almácigas de naranjos y los granados que invaden las plantaciones existentes en la orilla del río (Jardines de las Delicias de Arjona).”
Los autores aportan más fechas en las que se demuestra como, progresivamente, el Ayuntamiento y los ciudadanos van solicitando la plantación de naranjos como ornato de los paseos y plazas.
En el 1861 figura un expediente instruido relativo a extender la plantación de naranjos en los paseos interiores de la población con motivo de la plantación de la Plaza de la Magdalena revocándose el acuerdo por estimar que la falta de sombra era molesta para el vecindario, la plantación de naranjos que proponían se realizaba a costa del arranque de otros árboles frondosos existentes; una sensata decisión de los capitulares que defendían esta moción”
En 1866, el Ayuntamiento subasta el fruto de los naranjos del municipio… existentes en las plazas de la Infanta Isabel y del Pacífico”. (plaza Nueva y de la Magdalena)
En 1869, una solicitud para que se plantan naranjos en vez de acacias en el Patio de Banderas“. La Comisión no entrará en ella al ser un bien de la Corona.
1872, un expediente con motivo de solicitud de naranjos para el paseo del Salvador“. Hasta entonces estaban plantadas acacias. “La Comisión de Ornato no encuentra inconveniente en que se acceda a la pretensión.”
En 1881, Fray José Maria Aguilar Misionero Apostólico y Capellán propio de la Capilla de la Expiración exconvento de la Mercedes solicita plantación de naranjos para el pórtico de dicha Capilla”.
En 1881, se han transcrito un aforo de la cantidad de fruto existente en el Municipio realizado y valorado por el capataz D.Francisco Marquez”. Se citan aqui a las actuales plaza Nueva, plaza de la Magdalena, Cardenal Cisneros (se menciona por plaza de San Vicente y deduzco por lo que se dice en el siguiente párrafo que es esta calle y no Teresa Enríquez), la Alfafa, el Jardines de Cristina, las Delicias y la zona de la plaza de América y la plaza de Armas. “Quedan exceptuados de ese aprecio las naranjas agrias y limones del Paseo de la Plaza del Triunfo por estos destinadas para simiente”.
En 1882-1883 una solicitud de la comisión de Obras Publicas para la colocación de naranjos en la Plaza del Cincinato, hoy Teresa Enriquez”
Siguen en 1906 en el que la comisión de Paseos y Jardines propone que se plantan arboles que reunan iguales condiciones que los plantados en Doña Maria Coronel en la que se habían plantado naranjos”
Concluyen al afirmar que “a partir del año 1929, con motivo de la Exposición Ibero-Americana, y después en los años 1960 /1970, con el crecimiento demográfico de la ciudad, Sevilla ha convertido el naranjo en el árbol urbano por excelencia… Sevilla capital en el año 1970 disponía de 5.000 unidades plantados. En la actualidad son más de 25.000 los naranjos en la vía publica, patios, plazuelas plazoletas”
Sin duda, la transformación de la ciudad a principios del XX con motivo de la Exposición de 1929 tuvo una importancia decisiva. Concluyo citando al profesor Jesús Palomero quien afirma lo siguiente:
“Como también de siempre parecen ser los naranjos en las calles, cuando son producto de la idea del mismo don Aníbal González, cuando en los años diez, en el concurso de casas sevillanas, sacó a la calle la decoración interior de los patios de las grandes casas de la Sevilla histórica. A partir de entonces fue cuando el azahar de las huertas y de los palacios se desparramó por las calles”. J.Palomero – La invención de la tradición en Sevilla. Conferencia inédita pronunciada en la Universidad internacional Menendez Pelayo en 1990 en el seminario Invencion de la tradicion (cita extraída del artículo La reinvención de Sevilla en el primer tercio del siglo XX por José Macarro).

Continúa y concluye en ¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla? (III) – Lo que yo creo
Juan Pablo Navarro
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¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla? – 34


Al menos, en sus jardines, Andrés Navagero (1525-1528), embajador de Venecia, ya nos refiere la presencia del naranjo: “Hay también abundantes jardines, entre los que destaca el llamado de la Huerta del Rey, que pertenece al marqués de Tarifa, y en el que, además de un gran palacio y un bellísimo estanque, hay un naranjal del que se obtienen grandísimos beneficios de sus frutos. Yo he visto en este jardín y en otros jardines de Sevilla, naranjos tan altos como los nogales en Italia”. Pero ¿quién lo llevo a sus calles? ¿Quíen me lo cuenta?
¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla? ¿Alguién lo sabe? ¿Cuándo fue?
¿Cuántos artistas buscan una obra que los perpetúe y resulta que plantar un naranjo es más que lo que cualquiera puede concebir? Aquí tenéis el azahar, la flor que nos anuncia la primavera, que recuerda que la Semana Santa ya llega.
Feliz primavera.

Continúa en ¿Quién plantó el primer naranjo en las calles de Sevilla? (II), una respuesta
 
Juan Pablo Navarro
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