Cartel Taurino de la Maestranza 2011 – José María Sicilia y los vikingos – 48


Me parece que la política de la Real Maestranza de ofrecernos carteles taurinos realizados por artistas contemporáneos consagrados es una apuesta inteligente. Como me decía un amigo maestrante, si siempre hubiesen hecho así, tendrían una colección incomparable: Goya, Picasso, Miró… Este año el autor es José María Sicilia (Madrid, 1954), una apuesta segura por uno de los mejores pintores que surgieron en los 80.
Sin embargo, cada vez que veo el nuevo cartel, no lo puedo evitar, veo un casco vikingo. Lo veo, lo vuelvo a ver, lo miro y lo miro y la mente se me bloquea: casco vikingo, casco vikingo, casco vikingo.
Esto ¿Cómo puede ser?. Pero ¿Qué tienen que ver los vikingos con Sevilla? ¡Claro! los vikingos atacaron nuestra ciudad en el 844. La cosa sería así: traerían los barcos llenos de toros de lídia. Los soltaron en la marisma al grito de Thor, Thor, Thor (su dios más venerado). Los pobres marismeños correrían despavoridos: ¡qué vienen los thoros, qué vienen los thoros! Hasta que uno les hechó un capote y les dio pases hasta que los vikingos se picaron. Y salió un vikingo que cogió otro toro y empezó con su muleta y, a cada pase, los normandos gritaban Olaf, Olaf, Olaf (el nombre del torero) y los sevillanos entendían ole, ole, ole. Los vikingos y los de Sevilla decidieron comerse un buen guiso de rabo de toro, montaron unas casetas de feria, se subieron a una noria que brindaba agua fresca y, hecha la amistad y con algunos tesorillos, se volvieron para su casa.
Como ya sabéis, en el 1061, los normandos conquistaron Sicilia. Allí empezó a contarse la historia de Sevilla de dos siglos antes. Así las cosas, ésta se fue transmitiendo de padres a hijos hasta José María Sicilia. Así, que cuando se le encargó el cartel para la temporada 2011, se dijo, no hay duda, un casco, un casco vikingo.
Después de contar esta verdadera historia, tengo que reiterarme en lo que dije al principio, me gusta los que hace la Maestranza y lo que hace Sicilia, pero es que, cada vez que veo el casco, perdón, cada vez que veo el cartel, me digo: vikingo, vikingo, vikingo.
P.D.: acabo de leer en manuscritos centenarios que un embajador franco presencio la escena. Y claro, al ser francés, en vez de ole, decía olé. A su vuelta a Francia contó la historia en Madrid  y, por eso, en el norte de España se pronuncia olé y no ole. Al llegar a su país y contárselo a su emperador, Lotario I (introductor de la lotería para cuadrar las cuentas del estado), éste mandó traer toros de Sevilla y se iniciaron entonces las corridas en Francia.

Juan Pablo Navarro
Maratania
Edición. diseño, maquetación y servicios editoriales – Sevilla
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