La festividad del Corpus Christi – 69

La Solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Las visiones de Santa Juliana de Mont y el milagro de Bolsena contribuyeron a que Urbano IV publicase la bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual ordenó que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” cada jueves después del domingo de la Santísima Trinidad.
El propio Urbano IV había conocido de la propia Juliana su visión de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra que significaba la ausencia de una fiesta para conmemorar la Eucaristía. Por otro lado, ocurrió el hecho milagroso de Bolsena: En el año 1264 el Padre Pedro de Praga dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte. De regreso de Roma, cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, la Sagrada Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre. Éste, aún se conserva en la catedral de Orvieto.
Como parte de la celebración de esta festividad, la procesión del Corpus Christi, en la que la hostia consagrado sale del sagrario de la iglesia y recorre las calles en una custodia, es tradicional en muchas localidades del orbe católico. En España, son singularmente famosas las de Toledo, Sevilla y Granada.

Corpus Christi en Amsterdam

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Corpus Christi en Buenos Aires

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Corpus Christi en Toledo

La Eucaristía es una experiencia fundamental ligada a la vida de cualquier santo, de cualquier católico. En ella se condesan las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad. Por ello, cualquier cristiano que quiera vivirlas con intensidad pone la Eucaristía en el centro de su vida y no hay ningún santo que en ella no se centrase desde San Francisco de Asís a Teresa de Calcuta, desde San Pablo al más humilde de los santos anónimos. La Eucaristía es Parusía, significa la presencia viva de Cristo y es anticipo de su segunda venida. Confiamos en Dios, esperamos la venida de Cristo y vivimos en su Amor.
Decía el paleontólogo (descubridor junto con Henri Breuil del Homo erectus pekinensis) y teólogo jesuita Teilhard de Chardin en “El medio divino”: “No hay más que una misa y comunión. Estos actos diversos no son, sino puntos, diversamente centrales, en los que se divide y se fija para nuestra experiencia en el tiempo y en el espacio, la continuidad de un gesto único. En el fondo, sólo hay un acontecimiento que se desarrolla en el mundo: la Encarnación, realizada en cada uno por la Eucaristía. Todas las comuniones de una vida constituyen una sola comunión. Las comuniones de todos los hombres presentes, pasados y futuros constituyen una sola comunión…
Benedicto XVI lo reseñaba al decir que “La función del sacerdocio es consagrar el mundo para que se transforme en hostia viva, para que el mundo se convierta en liturgia: que la liturgia no sea algo paralelo a la realidad del mundo, sino que el mundo mismo se transforme en hostia viva, que se convierta en liturgia. Es la gran visión que después tuvo también Teilhard de Chardin: al final tendremos una auténtica liturgia cósmica, en la que el cosmos se convierta en hostia viva.”

Juan Pablo Navarro
Maratania
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