Tal como dice la acepción cuarta del diccionario de la Real Academia, el palacio era, en el antiguo reino de Toledo y en Andalucía, la sala principal en una casa particular. Era el lugar más vistoso de la casa y, por tanto, donde se esmeraba más en su ornamentación.
Las casas palaciegas sevillanas, como sabemos, tenían el Alcázar como modelo. Por ello, en la decoración del palacio, de su salón principal, imitaban a éste cubriendo estas estancias con armaduras sobre mocárabes como en el salón de Embajadores (así se hizo en la casa de Altamira) o con armaduras octogonales que emulan al Salón de Justicia o al cuarto del Príncipe. Casi todas estas techumbres las hemos perdido pero las que aún existen, como la de la Casa de Pilatos o la soberbia del salón del Piano de las Dueñas, nos recuerdan su esplendidor