A este bello Cupido renacentista tuve la suerte de fotografiarlo en La Casa de Algaba cuando hacía fotos para nuestro libro Casas Sevillanas. Lo descubrí en uno de los despachos y me encantó. En ese momento no caí en la cuenta de que este motivo aparecía reiteradamente en el friso que recorre la sala alta del torreón. El libro El Palacio de los Marqueses de la Algaba de Oliver y Pleguezuelo me ha permitido caer en la cuenta de ello. Traigo aquí las fotos de este erote y del friso que hice en aquella visita.
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