Como vimos en el artículo de «La casa de las Columnas», la Universidad de Mareantes estuvo en este edificio hasta que se trasladó a San Telmo. En ella se formaba a los jóvenes como pilotos y marinos para la carrera de Indias. Unía la enseñanza teórica y práctica, navegando los estudiantes, primero como grumetes y luego como marineros, artilleros o pilotines.
Este espléndido edificio es el más importante de la arquitectura civil sevillana durante el periodo barroco. Iniciado en 1681, su construcción no terminó hasta un siglo después en 1796. A Leonardo de Figueroa se debe la fachada principal, el patio central y la iglesia.
La portada principal es un alarde de magnificencia barroca. Abigarradas columnas flanquean la entrada sobre la que unos atlantes de aspecto indio sostienen el espléndido balcón.
Al carácter alegórico de los atlantes, que simbolizan la carrera de Indias, se unen las figuras representativas de las enseñanzas náuticas. En el remate, flanqueado por San Fernando y San Hermenegildo se encuentra una estatua de San Telmo en silueta con el cielo, que sostiene un barco y cartas náuticas. La portada la concluyó en 1734 Antonio Matías de Figueroa tras la muerte de su padre, Leonardo, en 1730. En 1735 un rayo dañó el remate, que se restauró en formas más simples que las originales.
En 1830, durante el mandato del asistente Arjona, Melchor Cano trazó, frente a San Telmo, los jardines del Cristina, lo que inició la transformación urbana del sur de la ciudad que culminó con la Exposición Iberoamericana de 1929.
Mientras tanto, en 1849, San Telmo se convirtió en residencia de los Duques de Montpensier, Antonio de Orleans, hijo de Luis Felipe de Francia y la infanta María Luisa, hermana de Isabel II. Esto supuso grandes transformaciones, de las cuales la más significativa es la nueva fachada urbana al norte del edificio a la que se incorporaron en 1895 las doce estatuas de sevillanos ilustres realizadas por Susillo.
Por otro lado, con los duques, el palacio se convirtió en el centro de la vida social sevillana, la llamada “corte pequeña”, en la provinciana y agraria Sevilla de la segunda mitad del XIX. Los Montpensier fueron los padres de María de las Mercedes la cual protagonizó en 1878 el romántico episodio de su matrimonio con el rey Alfonso XII (1857-1885) que terminó trágicamente por la prematura muerte de la reina a los cinco meses de la boda.
En 1893 la infanta María Luisa cedió parte de los jardines del palacio a la ciudad, que se transformaron en el bello parque que lleva su nombre. La infanta murió en 1897 legando el palacio a la archidiócesis de Sevilla que lo convirtió en Seminario.
En 1989, se cedió el edificio para sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, encargándose Guillermo Vázquez Consuegra de su rehabilitación.
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