♦ Un hermoso conjunto de estanques, fuentes y jardines combina el ladrillo, el azulejo, el hierro y el agua.
En 1911, al Concurso de Proyectos para la Exposición Americana se presentaron tres propuestas. Una, la del logroñés Fermín Álamo, estaba basada en el estilo modernista. Otra planteaba disponer los pabellones de tal manera que formaran el nombre de Sevilla; será piadoso que no mencionemos a su autor. Por último, la de Aníbal González (1876-1929) desarrollaba un programa historicista y fue la que resultó la triunfadora. La Exposición supuso el acicate para la transformación urbana de la ciudad y el triunfo del estilo regionalista.
Es la plaza de América, junto a la plaza de España, donde Aníbal González expuso la mejor muestra de su estilo monumental y virtuoso, ecléctico y, sin embargo, imaginativo, que Sevilla asumió como propio. La plaza forma un rectángulo con sus lados menores redondeados. Un hermoso conjunto de estanques, fuentes y jardines combina el ladrillo, el azulejo, el hierro y el agua. En el fondo se sitúa el Pabellón Real y, en sus laterales, el Museo Arqueológico y el Museo de Artes y Costumbres.
En este último, concluido en 1914, recrea idealmente el arte mudéjar que combina con sugerente belleza con el conjunto de la plaza. Desde 1972 alberga al actual museo dedicado a la divulgación del patrimonio etnográfico y antropológico de Andalucía. El interesante y entretenido conjunto alberga, entre otros, la Colección de Bordados y Encajes Díaz Velázquez, una de las más completas de Europa, interesantes reconstrucciones de viviendas tradicionales y talleres de oficios.
En el Museo Arqueológico (1919), Aníbal González concluyó su personal recorrido por los estilos históricos con este enorme edificio neoplateresco. Desde 1942, alberga una de las mejores colecciones arqueológicas de España.
En la colección destaca el tesoro del Carambolo. Es una extraordinaria obra de orfebrería en oro de la legendaria Tartesos inspirada en los modelos del Mediterráneo oriental. Lo componen una cadena con colgante, brazaletes, pectorales y placas de cinturón fechado en torno al 650 A.C., pertenecientes al ajuar funerario de un alto dignatario.
Otras piezas de indudable interés son el Mosaico del Cortejo de Baco, la bella Venus de Itálica, la escultura de Hermes, la Diana cazadora o el retrato de Adriano cubierto por armadura con cabeza de la Medusa.
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