Un atraco en los setenta en la calle Aire – Y, ahora, tan amigos – (207)

Makinavaja, el chorizo que imaginó Ivá

Makinavaja, el chorizo que imaginó Ivá

En lo años setenta, el «chorizo» era miembro característico de la fauna hispalense. Pocos fueron los colegiales de aquella época que se libraron de su atraco a punta de navaja. Su interés era trincarte tus pocas monedas, el reloj o cualquier otra cosa de valor que llevases. Su violencia tenía como interés el hurto y no mostrar su superioridad, tal como vino después. Así que, si no te enfrentabas, lo normal era que salieses ileso.
Un día de aquellos años, volvía del colegio con mi amigo Pepe y, cuando embocábamos la calle Aire, vi que, de espaldas a la calle Mármoles, venías dos personajes inconfundibles.
– Pepe, vienen hacia nosotros dos «chorizos».
A pesar de ello, seguimos andando y, al llegar a la mitad de la calle, nos sacaron un enorme cuchillo. Uno de ellos era delgado, con el pelo algo más largo por detrás y cortado recto, y aspecto de sieso. El otro era gordo y tenía un ojo de cristal.
– ¡Dadnos lo que tengáis¡ -nos dijo el canijo.
No sabían con el par de tiesos con los que se habían encontrado. Empezamos a hurgar en nuestros bolsillos y de ellos no salieron ni diez pesetas.
– ¿No tenéis mas? ¡Qué esto pincha¡ -nos espetó de nuevo el canijo.
El del ojo de cristal empezó a buscar en nuestro cuello y en nuestras muñecas y descubrió mi reloj.
– ¡Pero si es muy malo, si no tiene ni un  rubí¡ -el rubí, esa medida de la calidad de los relojes que todos conocíamos antes de que llegase nuestra era digital.
El gordo sonrió y lo dejó en mi muñeca. Nos miró a los dos y, de repente, nos dio a cada uno un abrazo y se despidió diciendo:
– Y, ahora, tan amigos.
Respirando aliviados, nos alejámos contentos, satisfechos tras conocer a nuestras nuevas amistades.

Juan Pablo Navarro Rivas
Maratania
Edición. diseño, maquetación y servicios editoriales – Sevilla
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