La pasada semana tuve la suerte de ver anochecer desde la terraza del hotel EME Catedral en la calle Alemanes. Queríamos hacer fotos de la Catedral para el libro de medio formato que vamos publicar con el nombre de Sevilla, Ciudad y Provincia y que sustituirá a Sevilla Múltiple. Gracias a la amabilidad de Antonia Rodríguez, su Directora de Comunicación, nos apostamos por la tarde en su terraza y empezamos a retratarla mientras anochecía. Desde allí, se ve la Giralda y la Catedral por el lado del patio de los Naranjos, a la izquierda el palacio Arzobispal, a lo lejos, al sur, las torres de la plaza de España y, a la derecha, la cúpula del Sagrario por donde se otea el ocaso.
Disfrutamos de los tonos magentas de la tarde que tornó a cian conforme declinaba el sol y cerró en amarillo cuando, poco antes de la noche, la luz eléctrica iluminó el monumento. Mientras tanto, a nuestras espaldas, la gente conversaba plácidamente con una copa en la mano y, de vez en cuando, no podían dejar de mirar, de admirar, a la Giralda, que les observaba desde el cielo. Cuando llegó la noche, recogimos el trípode y la cámara para irnos. Al echar la última mirada, vimos a un hombre solitario que, sentado, sólo miraba. Sin duda para él, ese momento fue eterno.
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