La obra fue fruto de la escasez; de la escasez de libertad, de músicos y de instrumentos. Cuando la compuso en 1940, Messiaen estaba preso por los alemanes en Göritz. Una de las obras más influyentes del siglo XX se estrenó en un campo de prisioneros, sutil metáfora de este siglo. Basado en el Apocalipsis, desde el Genio del Cristianismo (1802) de Chateaubriand que dio pie al Romanticismo, no había habido una obra tan decisiva sobre el Arte derivada directamente del catolicismo.
Se estrenó en enero de 1941, era un helado día de invierno, la audiencia eran guardias y prisioneros. Messiaen tocaba un viejo piano vertical, Jean le Boulaire un violín, Henri Akoka un chelo y Etienne Pasquier un clarinete. El tema es el fin de los tiempos según el Apocalipsis (10, 1-8): la II Guerra Mundial parecía un signo de aquel, el gélido día añadiría un espectral ambiente y la música era infinita. Sus siete movimientos (el siete es el numero de lo perfecto) concluyen para dar paso al octavo (el día de la resurrección) con uno de los pasajes más intensos y bellos, de mayor sensualidad espiritual de la historia de la música, La Alabanza a la inmortalidad de Jesús, sólo comparable a los mejores pasajes de Bach: el piano y el violín remarcan un movimiento lentísimo, casi estático, que representa la Resurrección de Cristo y el Fin del Tiempo.
Messiaen escribió que el Cuarteto es «esencialmente inmaterial, espiritual, católico. Los modos, llevando a cabo melódica y armónicamente una especie de ubicuidad tonal, aproximan al oyente a la eternidad en el espacio o infinito. Los ritmos especiales, fuera de cualquier compás, contribuyen poderosamente a alejar lo temporal.»
Los discípulos de Messiaen están entre los más importantes músicos contemporáneos: Pierre Boulez, Yvonne Loriod (quien sería su segunda esposa), Karlheinz Stockhausen, Iannis Xenakis, William Bolcom y George Benjamin. Su Cuarteto para el fin de los tiempos o Turangalila son una excelente entrada para ir haciéndose al oído de la música culta actual. Para mí, se ha convertido en un rito anual el escuchar un día como hoy, Domingo de Resurrección, El Cuarteto para el Fin de los Tiempos. Felices Pascuas de Resurrección.
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