Author Archives: Maratania

Navidad – El Nacimiento de la Esperanza – 108

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Celebramos en estos días de Navidad un hecho increíble, incomprensible, inabarcable pero cierto: Dios se ha hecho hombre; la Lógica eterna se ha hecho criatura mortal, el Creador se ha hecho Frágil. Sí, frágil como un Niño que nace en una aldea perdida y que, sin siquiera lugar en la posada, duerme donde come el ganado.
Historia extraña esta la de un Dios hecho Niño dispuesto a vivir negado desde su nacimiento. Solo unos pocos lo reconocerán: sus padres pobres, María y José,  los pastores -gente mal vista en su sociedad- y unos extranjeros, unos magos de oriente. Todos ellos lo descubrirán con la mirada sencilla del corazón que enseña lo que los sentidos no abarcan.
Y sin embargo, el silencio de Dios irrumpió en la historia y comenzó a hablar a través de la vida de ese Niño que un día morirá en la cruz, otra vez negado, otra vez sólo reconocido por unos pocos que más tarde lo descubrirán resucitado. Y así, desde la fragilidad, desde la completa dependencia, desde la absoluta debilidad de ese Niño, la Luz empezó a colarse por una rendija abierta en el corazón del Hombre, y la esperanza de una libertad plena, de un amor eterno, de una justicia infinita inició su caminar por los senderos de la historia, y la máscara de la realidad aparente y caduca que nos muestran nuestros sentidos empezó a dejar de cubrir esa realidad nueva que se descubre desde el corazón sencillo que la busca.
Así que, FELIZ NAVIDAD.

Juan Pablo Navarro
Maratania
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La casa de las Sirenas – No todas las casas sevillanas del XIX son casas-patio – 107

Casa de las Sirenas
Este palacio se construyó entre 1861 y 1864, coincidiendo con la década en que se produjo el hecho urbanístico más importante de la Sevilla del XIX, el derribo de las murallas históricas. En esta segunda mitad de siglo comparte el predominio de la casa-patio como vivienda de la burguesía sevillana un conjunto de edificios de variadas tendencias que culminaron a finales de la centuria con obras como el convento de las Salesas, Villa Eugenia o Yanduri.
El nombre de casa de las Sirenas procede de la interpretación popular de las dos esfinges que aparecen en la entrada del palacete. La mandó construir el marqués de Esquivel, don Lázaro Fernández de Angulo, y lo proyectó J. Fernández Ayarragaray (quien trabajó posteriormente en la restauración del crucero y del cimborrio de la Catedral).
El edificio ocupa aislado su manzana sin confundirse con el resto del caserío, carácter exento que lo separa de la tradición de los palacios hispalenses. Se utilizó un estilo afrancesado con sus características buhardillas con cubierta de pizarra en la planta superior, siguiendo la moda de los que se levantaban por la misma época en la Castellana madrileña.
La casa de las Sirenas llegó a estar en un estado de completa ruina, sin embargo, el Ayuntamiento logró recuperarla para la ciudad y a partir de 1998 se dedica a servicios cívicos.
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Juan Pablo Navarro
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La casa de los condes de Casa Galindo – 106

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Esta casa se sitúa en la calle Alfonso XII, 48, cercana a la antigua puerta de Goles, llamada Real desde 1570 por ser por ella por donde entró Felipe II en su visita a la ciudad. En esta misma calle estuvo el colegio de los ingleses con su iglesia de San Gregorio, fundado en 1592 por el Padre Pearsons, superior de los jesuitas de Inglaterra, para educar sacerdotes de esta nación que acudieran allí como misioneros. Santa Teresa de Jesús estableció en esta misma calle su primera casa en Sevilla en 1575, trasladada, posteriormente, a la calle Zaragoza y de allí al convento de las Teresas en el barrio de Santa Cruz, donde se conserva el manuscrito de las Moradas.
Alfonso XII es el límite sur de los barrios de San Vicente y San Lorenzo. Estos se incorporaron a la ciudad con la ampliación de la muralla en el siglo XII pero no se urbanizaron hasta pasada la Reconquista. Por ello, su trazado urbano contrasta con el del resto de los barrios del casco histórico con calles rectas y manzanas rectangulares trazadas a cordel donde se edificaron numerosos palacios como el del Infante Don Fadrique o conventos como Santa Clara o San Clemente.
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La Casa de los Condes de Casa Galindo llama la atención por el gusto neoclásico de su estilo. Fue obra de Alonso Moreno para el comerciante Vicente Torres Andueza (gracias al cuál se rehabilitó el Hospital de las Cinco Llagas, hoy Parlamento, con su legado de 500.000 pesetas de la época). Posteriormente, la adquirió Andrés Lasso de la Vega y Quintanilla, cuyo título nobiliario le dio su nombre definitivo (éste tambien tuvo su casa en donde se encuentra actualmente el hotel Bécquer en Reyes Católicos).
La poderosa portada se compone de columnas pareadas sobre el zócalo, que sostienen el balcón principal. Este se flanquea por pilastras que rematan un gran frontón triangular. En 1978, Rafael Manzano añadió el ático con buhardillas en donde estaba la azotea.
Esta casa supone el final de la evolución de la casa sevillana que se inició tras el devastador terremoto de 1755. La disposición simetría con el eje central del patio de las distintas estancias se convierte en el factor decisivo en el diseño de la casa.
La cancela de entrada presenta una de los más bellos y originales diseños de la ciudad y se flanquea por dos ventanales cerrados con forjas que repiten el dibujo de aquella. Su disposición es similar a la de la casa de Villapanes en la calle Santiago. Como fue habitual en las cancelas decimonónicas, ésta aparece fechada, en este caso con el año 1848. El patio lo rodean triples arquerías de medio punto y, tras una estancia intermedia se accede al jardín trasero.
Si paseais por Alfonso XII, ya sabéis que, aparte de al Museo de Bellas Artes, debéis asomaros a este edificio; sólo ver su cancela y el bello patio, al que engalanan sus macetas, con la fuente en el centro, os recompensará y alegrará.
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Juan Pablo Navarro
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La casa de Fabiola, 5 – Una casa con literatura – 105

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Aquí nació el cardenal Wiseman, autor de la novela Fabiola, y, también, aquí estuvo la sede de la Fundación José Manuel Lara desde principios de este siglo hasta el 2008.

En una de las zonas más nobles de la ciudad, este edificio es un bello ejemplo de la casa-patio decimonónica que triunfó en el siglo XIX como residencia de la Sevilla más acomodada. En su fachada, aparecen los “cierros” de hierro que se popularizaron durante este siglo. Con esta solución, el balcón se incorporaba con mayor intimidad a la casa y permitía, a través de sus grandes cristaleras, observar el exterior.
El zaguán es amplio y una cancela de excelente dibujo lo separa del patio. Alegrado este, con numerosas macetas, es de galerías de columnas en la planta baja. Este modelo tradicional de soporte con sucesión de arcadas se iría sustituyendo por soluciones más sencillas a lo largo del siglo.
Una lápida en la fachada recuerda el nacimiento en esta casa del cardenal Wiseman (1802-1865), hijo de unos comerciantes irlandeses que residían en Sevilla. Fue arzobispo católico de Westminster y autor de la novela Fabiola, ambientada en los primeros momentos del cristianismo y de gran popularidad en su época y con la que se nombró la calle a su muerte como homenaje del Ayuntamiento.
fabila, 5A principios de este siglo, la Fundación José Manuel Lara restauró de manera excelente el edificio para su sede. Así fue hasta el 2008, cuando su actividad disminuyó y se trasladaron a las oficinas de Planeta en la avenida de Jerez.

Juan Pablo Navarro
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Vista de Sevilla desde el sur en el retablo mayor de la Catedral – 104

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♦ La muralla rodea la ciudad y, en la izquierda, aparece una estilizada Torre del Oro unida a la torre de la plata; en aquella, se abre la puerta Jerez y, posiblemente, la puerta de la Carne.

Estuvimos ayer haciendo fotos en la catedral de Sevilla para el libro que saldrá el año que viene sobre casas del XVI y XVII de Teodoro Falcón. Por ello, fotografiamos la vista de la ciudad desde el sur que está en el altar mayor. Como comentaba en La Sevilla del año 1500 en la iglesia de Santa Ana es, junto a la pintura del Maestro de Moguer que se conserva en esta iglesia, la representación más antigua de la ciudad.  En el centro se eleva la Catedral y delante un edificio que podría ser el Alcázar. A la derecha, la torre que sobresale recuerda a la de la iglesia de San Marcos. La muralla rodea la ciudad y, en la izquierda, aparece una estilizada Torre del Oro unida a la torre de la plata; en aquella, se abre la puerta Jerez y, posiblemente, la puerta de la Carne. Al igual que en la pintura de la iglesia de Santa Ana, a cada lado aparecen Santa Justa y Rufina. Tal como dijimos en el anterior artículo, se les representa sujetando la Giralda en el centro porque el pueblo atribuyó a las santas que no se cayera la Giralda en el terremoto de 1504. Dicho terremoto afectó especialmente a Carmona y por él murieron entre 30 y 100 personas. Os animo, cuando os acerquéis a la Catedral, a que descubráis esta interesante vista. vista de sevilla catedral2

Juan Pablo Navarro
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La cancela, la puerta más abierta – La casa sevillana en el siglo XIX – 103

♦ La casa-patio fue el modelo de vivienda de la burguesía sevillana del XIX. Los cierros, el zaguán, la cancela y el patio son sus principales elementos.

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CancelaSi la casa sevillana partió de la mudéjar en que la fachada se cerraba al exterior, con la cancela, la puerta más abierta, el mismo patio de la casa salió a la calle y convirtió el interior de la casa en parte de la calle misma.
Pero, en gran medida, hoy es uno de los recuerdos que muchos rememoran con nostalgia. Ya es rara la casa en que podamos entrar en el zaguán y disfrutar del patio que deja ver la cancela. La inseguridad y la transformación de muchas en casa de viviendas han ido cerrando puerta a puerta. A pesar de todo, sigue siendo uno de los encantos de nuestra ciudad cuando al pasear nos encontramos al doblar la mirada con un patio con el blanco del mármol, el verde de las plantas, el tornasol de las flores, la caoba de los muebles, el grabado antiguo, el tiempo despacio que no lento.
El invento sevillano de la cancela tiene su origen en el siglo XVIII y propició, en el XIX, el nacimiento de la casa-patio romántica. La cancela de entrada se situó al fondo del zaguán (espacio cubierto situado dentro de una casa, que sirve de entrada a ella y está inmediato a la puerta de la calle). La casa se configuró en torno a un patio principal rodeado de galerías de arcos de medio punto, que derivaron a formas adinteladas al avanzar el siglo.
Cierro casa de BécquerEn la fachada, aparecieron los “cierros” de hierro, que se popularizaron durante este siglo. Con esta elegante solución, el balcón se incorporaba con mayor intimidad a la casa y se permitía a través de sus grandes cristaleras observar discretamente el exterior.
Junto a la casa-patio como vivienda de la burguesía, aparecieron un conjunto de edificios de tendencias eclécticas exportadas de Europa como la casa de las Sirenas, Villa Eugenia o Yanduri.
Entre las reformas urbanísticas de esta época destacan, durante el mandato del asistente Arjona, los jardines del Cristina seguidos del paseo de las Delicias, que Melchor Cano trazó en 1830, frente a San Telmo. También, en 1852, se construyó el puente de Triana y, en 1861, se derribaron las murallas.
Casa de las Sirenas

Juan Pablo Navarro
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Cómo escribir de pintura sin que se note – Quico Rivas – 102

Hoy promociono desde aquí un libro de otra editorial, pero Quico Rivas, un sevillano atípico a quien dediqué en esta bitácora «La Cilla del Cabildo de Sevilla – A propósito del museo de Arte Contemporáneo y de la galería M11«,  se lo merece.

Juan Pablo Navarro Rivas
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Os adjunto el artículo promocional de la Editorial Ardora

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Quico Rivas (Cuenca, 1953-Ronda, 2008) trabajó durante los últimos años de su vida en Cómo escribir de pintura sin que se note, una fulgurante recopilación de textos críticos cuyo declarado propósito estriba en “mirar a través de la pintura como si fuese una pantalla translúcida… Escribir de pintura con la misma actitud que se visita a un amigo”. En las páginas preliminares, María Vela afirma: “Ésta es, en realidad, su colección privada, una galería de retratos morales, más que un conjunto de críticas de arte… Esto que tenéis aquí, reconocedlo, es el autorretrato acabado de Quico Rivas”. Juan Manuel Bonet anota en el epílogo: “Brilla a lo largo de todo el volumen el estilo inconfundible de Q: divagatorio, paradójico, eléctrico, elíptico, de corrosivo humor, narrativamente eficaz”. Maestro de la exploración biográfica aplicada a la crítica de arte, las mejores páginas que Rivas dedicó a recrear el trabajo de incontables creadores se articulan en este libro como episodios de un mismo relato imprevisible: el de su propia vida.
Francisco de Rivas Romero-Valdespino (1953-2008) desplegó la mayor parte de su polifacética actividad —que desde las artes plásticas, la música y la literatura deriva paulatinamente hacia la agitación política— entre dos ciudades, en cuyos respectivos renacimientos culturales de las décadas 1970 y 1980 jugó un papel decisivo. En Sevilla, donde se inicia como crítico de arte a los dieciséis años, participa en la fundación de colectivos (Equipo Múltiple) y centros de creación (M-11). En Madrid, publica en infinidad de diarios y revistas, se implica en la organización de memorables exposiciones (1980; Madrid, Madrid, Madrid…), propulsa el trabajo de diversos creadores, ahonda en su interés por la antipsiquiatría, el mundo penitenciario y la bohemia histórica, crea colectivos de inspiración situacionista (Margen) o anarcofuturista (El Refractor, La Infiltración), se convierte en editor y más tarde en promotor de bares legendarios (Cuatro Rosas, La Mala Fama).
En medio de su frenético quehacer, entreabre largos paréntesis en lugares como Grazalema (Cádiz), Formentor (Mallorca), La Palma (Islas Canarias), Sierra de Guadarrama (Madrid) o L’Escala (Costa Brava), donde pinta, investiga, escribe novelas y poemas o simplemente convalece. “Como el yonqui o el ludópata, también el artista es un adicto, y no sólo en sentido figurado. Su dependencia es, además, irreversible: no puede desengancharse; su grandeza, caso de alcanzarla, radica en la capacidad para transmutar los conflictos íntimos en energía creadora”. Sustentada en una visión profundamente innovadora, su escritura transforma la crítica de arte en género literario autónomo, en cuya trama convergen lo poético y lo político, lo filosófico y lo novelesco, la ética y el humor. El itinerario vital de Quico Rivas, repleto de inusitadas aventuras, tuvo el efecto indeseado de eclipsar sus escritos, dispersos hasta ahora en innumerables publicaciones, revistas y catálogos. Cómo escribir de pintura sin que se note inaugura a título póstumo la bibliografía de un autor que a lo largo de toda su existencia hizo lo imposible por permanecer inédito.
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La Sevilla del año 1500 en la iglesia de Santa Ana – 101

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Estamos preparando un libro sobre las casas sevillanas con Teodoro Falcón, catedrático de Historia del Arte. Por ello, estaba localizando ilustraciones para aquel cuando descubrí la representación que existe de nuestra ciudad en la iglesia de Santa Ana. Es una obra de alrededor de 1500  atribuida al Maestro de Moguer. En ella se representa a las Santas Justa y Rufina quienes, abriendo una cortina, muestran a Sevilla. Posiblemente es la pintura más antigua de ésta y coetánea de la representaciónes escultóricas de las vistas de la ciudad del altar mayor de la Catedral hispalense de Pyeter Dancart y Jorge Fenández.
Por ello, me acerqué a la iglesia de Santa Ana y amablemente me permitieron admirarla y fotografiarla. En ella se ve la Giralda, que todavía no era tal, con la espadaña que se elevó en 1400 y a la espera de la sublime coronación que llevó a cabo Hernán Ruiz entre 1558 y 1568 culminada por el Giraldillo. En primer término aparece el puerto con las atarazanas y el puente de Barcas. Junto a la torre del Oro se ve una enorme grúa. Al otro lado del río, se descubre la iglesia de Santa Ana y el desaparecido castillo de San Jorge.
Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla, eran unas alfareras de finales del siglo III. Su martirio por negarse a adorar a la diosa Salambó es el primer dato histórico de la iglesia sevillana. Encarceladas, probablemente donde hoy está la iglesia de la Trinidad, murieron tras crueles torturas y fueron enterradas en el llamado Campo de los Mártires, en donde se levanta la estación de Santa Justa. Se les representa sujetando la Giralda en el centro porque el pueblo atribuyó a las santas que no se cayera la Giralda en el terremoto de 1504.
Me pregunto si este cuadro no pudo ser pintado justo después de dicho terremoto e iniciar así la tradicional representación de las santas como protectoras de Sevilla y que, posteriormente, se sintetizó acompañando sólo a la Giralda y no a toda la ciudad como en este cuadro.
Las Santas Justa y Rufina

Juan Pablo Navarro
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