Levantada en el siglo XV y reedificada en el XVI, debe su personalidad a Regla Manjón, condesa de Lebrija, que la adquirió a finales del siglo XIX. A la calle Cuna se abre la sobria portada de mármol de procedencia genovesa del XVI que cierra una espléndida puerta de caoba maciza. El zaguán presenta un hermoso pavimento romano y un espléndido zócalo del XVIII que representa las estaciones, las partes del mundo y los sentidos corporales.
La planta responde al modelo sevillano con zaguán y patio principal. Sin embargo, combina los más variados elementos como consecuencia de las reformas que llevó a cabo la condesa de Lebrija entre 1902 y 1914. Esta poseía unas tierras cercanas al anfiteatro de Itálica cuando, al estar excavando para hacer un pozo, aparecieron parte de los objetos romanos que hoy se encuentran en el palacio. El deseo de conservarlos y disfrutarlos le llevó a incorporarlos al palacio.
El patio principal lo flanquean cuatro galerías irregulares. Los arcos se decoran con profusa decoración de yeserías mudéjares, reproducción moderna siguiendo los modelos de la época. El centro del patio lo ocupa un mosaico romano formado por medallones con estrellas, flores o motivos mitológicos como Leda y el Cisne, Europa, o Ganímedes dando de beber al águila.
La espléndida escalera principal ocupa uno de los ángulos del patio. La condesa de Lebrija escribió lo siguiente: “La magnífica, la sevillana escalera de esta casa, es exclusivamente mi obra… para decorarla, sólo he utilizado auténticos despojos de los siglos XVI y XVII próximos a desaparecer, el elegante artesonado, el rico friso, y los graciosos azulejos”.
El nombre de la calle donde se encuentra procede de 1558, cuando el arzobispo Fernando de Valdés fundó la Casa Cuna para recogida de niños expósitos, institución que funcionó aquí hasta 1917.
(Extraído de Sevilla 360º de Editorial Maratania)
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