Hermano Mayor del Silencio, director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, presidente de Caritas y Hermano Mayor de la Caridad, vivió la bondad del silencio del sevillano serio, calmó la necesaria sed de saber del que conoce que todo se ignora y amó para ver a Dios, como Mañara, en los pobres y en cada uno de los que a él se acercaron.
Ha sido el último sevillano de una Sevilla que con él se ha ido: caballero de elegante modestia, sabio humilde, generoso con todo lo suyo, hombre de fe… lleno de gracia, de la gracia sevillana que definió Izquierdo.
Y así, en mi memoria quedará su casa, esquina de San Vicente, con su puerta al zaguán, como él, siempre abierta, dejando ver su patio, la Virgen de la Concepción a la derecha, y, al fondo, su despacho con su biblioteca, que a todos regalaba, en el que entraba la luz tamizada del jardín. Y, como todos los que lo trataron, supe que era un hombre bueno y que, en correspondencia, no hubo nadie que no lo hubiese querido. Y así, él vivirá en el recuerdo de su mujer, de sus 13 hijos, de sus amigos, de todos a los que se nos regaló, pero, cuando nosotros también marchemos y las letras de los libros se desvanezcan, tú me diras que ya no existirá y yo te afirmaré que será entonces cuando sea todo vida porque lo contemplará aquel que es todo silenciosa bondad, que es todo sabiduría, que es todo Amor, que es Dios.
Con todo mi cariño y admiración.
Juan Pablo Navarro
Maratania
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