Me resultan encantadoras las plazas de abastos tradicionales. En Sevilla. no tiene par la de la calle Feria. Desde le Edad Media, la harina, el pescado la carne, la fruta se han vendido a los vecinos de la Macarena en esta plaza. Es en 1729 cuando se levanta el edificio, origen del que hoy conocemos. En 1837 se amplió y ocupó todo el solar actual. Hasta entonces, era posible ver toda la fachada de la casa de Algaba desde la calle Feria, tal como se puede ver en el conocido grabado de Richard Ford de 1831.
Una rara alegría, imposible en los establecimientos modernos, acompaña al que se pasea por sus puestos de pescado, con la generosa luz que entra por los vanos, o un sano antojo se encapricha viendo las cajas apiladas de la más variada fruta. Aquí no hay consumistas ansiosos por comprar el más moderno y prescindible objeto que vacía nuestros bolsillos y nuestra alma. Solo personas que se abastecen con la sencillez que alimenta el cuerpo y el espíritu.