Es evidente que el que va a Córdoba tiene la necesidad de ir a la Mezquita. Sin embargo, la mayoría se van sin conocer la asombrosa capilla del Sagrario. En «Córdoba y su Provincia» no podía faltar.
Su exuberante decoración contrasta con la sobriedad de la Mezquita. Sus frescos, obra de César Arbasia, siguen un complejo programa iconográfico elaborado por el cronista real Ambrosio de Morales.