Cuando empezó el verano y decidí darme un descanso en la bitácora, me fui con la idea de que el siguiente artículo tratase sobre la iglesia de Omnium Sanctorum y, especialmente, de las tumbas de los Guzmanes. Lo que no previne es que, a finales de agosto, la hora infinita llegaría para mi padre. Y así, desde entonces, aprendo a convivir con el rumiar de recuerdos que lleva el duelo, con la aceptación de lo perdido y la frustración por lo deseado que ya nuca será. Y, por ello, no me extraña que, al pensar de nuevo en este artículo que quería escribir, la melancolía lo impregne y se una a él.
Y así, pensando, caí en la cuenta de que, ¡oh casualidad!, Omnium Sanctorum no está dedicada a san Pedro, a san Pablo ni a cualquier otro sino a todos los santos. ¿Y no son ellos sino todos aquellos que un día tú amastes y ya pasaron la puerta en la que encotraron a Cristo, quien transformó la negra noche en un luminoso día de suave brisa?. Y la tumba de los Guzmanes, ¿no sabes que están vacías como la del Resucitado y que solo debes recrearte en la contemplación de su belleza y atisbar la Belleza que tu padre ya contempla?.
Recuerdo los días de mi infancia cuando te admiraba; de mi juventud. cuando te situé en el estrado de mi juicio sumarísimo; y de adulto, cuando te acepté y te cuidé, aunque añorando los días que no fueron. Y así, en este pensar, me pongo en hoy, cuando me gustaría saber cómo escucharte sin saber cómo me oyes. Y desde ese no saber, doy las gracias a la Iglesia de todos los Santos que me invita a no tener miedo ni a la muerte ni a la vida y me ofrece encontrarte, parafraseando a Teilhard de Chardin, en la Eucaristía, ya que todas las comuniones de una vida constituyen una sola comunión y las comuniones de todos los hombres presentes, pasados y futuros constituyen una sola comunión… y saber que allí, padre, me oyes y aprender a escucharte.
Y, allí, contigo, amigo que me lees, querría encender una vela que nos ilumine y contemplar la belleza de esas tumbas vacías que nos recuerdan que tú, que yo, que él, seremos para siempre eternos junto a Él, junto a mi padre, junto a aquel que un día amastes.
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