Mi familia vivía en la calle San Vicente, así que la vecina plaza de San Lorenzo pertenece a la entrañable memoria de mi infancia: el zapatero al doblar la esquina, el kiosko donde compraba chucherías y cómics, los fantasmagóricos platanos de indias, la basílica del Gran Poder, la parroquia de San Lorenzo…
Su torre de amplios vanos me dejaban ver sus campanas y, en el muro, siempre exacto, su reloj marcaba las horas de las idas y venidas, de las misas, del final de la Semana Santa con la Soledad cruzando la puerta del templo. Y, cada vez que yo también cruzaba el dintel, me esperaba la bellísima virgen de Rocamador con su suave y fascinante sonrisa y su pose elegante o se me aparecía humilde y arrobada en el famoso cuadro de la Anunciación de Villegas. Allí conocí a los primeros hermosos ángeles lampadarios, ese teatral y efectivo descubrimiento sevillano que nos llama desde su aérea belleza a contemplar el altar mayor. Y antes de irme, apartaba los paños de damasco para, tras la reja, maravillarme con la capilla del Sagrario, que era como una pequeña y asombrosa iglesia dentro de otra iglesia. Y así, los muchos días de repetidas miradas, de reiterados pasos, de asombros renovados fueron educando a mi alma en lo que era bello, en lo que era misterioso, en lo que iba más allá de tus ojos.
¿Y la Virgen del Carmen, la del antiguo Convento del Carmen? ¡Oh imperdonable olvido!!!
Cierto, la Virgen del Carmen daría para un artículo entero y mucho más,
Y aunque sea imperdonable me disculpo: esta breve «entrada» en la bitácora solo pretendía dar unas pinceladas sobre San Lorenzo basándose en mis recuerdos infantiles. En ese sentido, quizá la mayor traición a esa memoria es la de no haber incluido el cuadro de las ánimas del Purgatorio; así que le ruego que acepte mis razones y me sáque de allí.
Muchas gracias por su comentario. Me ha dado la oportunidad de leer su brillante artículo sobre las tentaciones: ¡Qué cierto lo que dice de Pasolini¡ Casí sin quizá, la mejor vida de Cristo llevada al cine.
Como el ignorante es atrevido, también escribí en otra bitácora sobre las Tentaciones y, como la escritura siempre es hermana de la arrogancia, me atrevo a pedirle que con santa paciencia lo lea:
http://juanpablonavarro.blogspot.com.es/2011/03/el-tiempo-de-las-bendiciones.html
Espero que, si me sacó del Purgatorio, no me devuelva él.
Sir Winfred, un fuerte abrazo.
¿Qué Purgatorio? El articulete de las Tentaciones es de clérigo (o de ex-clérigo o afín/aproximado). Tú sabrás por qué mundo has rodado para escribir cosas así.
Me alegro. Simple católico de a pie que espera no meter la pata cuando escribe.