Celebramos en estos días de Navidad un hecho increíble, incomprensible, inabarcable pero cierto: Dios se ha hecho hombre; la Lógica eterna se ha hecho criatura mortal, el Creador se ha hecho Frágil. Sí, frágil como un Niño que nace en una aldea perdida y que, sin siquiera lugar en la posada, duerme donde come el ganado.
Historia extraña esta la de un Dios hecho Niño dispuesto a vivir negado desde su nacimiento. Solo unos pocos lo reconocerán: sus padres pobres, María y José, los pastores -gente mal vista en su sociedad- y unos extranjeros, unos magos de oriente. Todos ellos lo descubrirán con la mirada sencilla del corazón que enseña lo que los sentidos no abarcan.
Y sin embargo, el silencio de Dios irrumpió en la historia y comenzó a hablar a través de la vida de ese Niño que un día morirá en la cruz, otra vez negado, otra vez sólo reconocido por unos pocos que más tarde lo descubrirán resucitado. Y así, desde la fragilidad, desde la completa dependencia, desde la absoluta debilidad de ese Niño, la Luz empezó a colarse por una rendija abierta en el corazón del Hombre, y la esperanza de una libertad plena, de un amor eterno, de una justicia infinita inició su caminar por los senderos de la historia, y la máscara de la realidad aparente y caduca que nos muestran nuestros sentidos empezó a dejar de cubrir esa realidad nueva que se descubre desde el corazón sencillo que la busca.
Así que, FELIZ NAVIDAD.
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