Aunque sevillano, corre por mis venas añeja sangre aragonesa. Mi madre, María Pilar, natural de Zaragoza, pertence a una familia afincada durante siglos en el el aniguo reino de Aragón. Es por ello que la devoción a la Virgen del Pilar me la transmitió desde pequeño. Sin embargo, la devoción a la Virgen en su advocación del Pilar es algo muy arraigado en nuestra ciudad de Sevilla.
Así, existe el relato de que San Pío, obispo de Sevilla y de oficio escultor, fue testigo con Santiago apostol de la aparición de la Virgen del Pilar en el año 40 D.C a las orillas del Ebro. Este le encargó que, a su vuelta a Sevilla, esculpiera una imagen de la Virgen sobre un pilar, a la manera que ellos habían presenciado, para presidir las reuniones de los primeros cristianos. Así fue, trasladandose la imagen, siglos depués, a la basilica de San Vicente*. Con la invasión sarracena, esta imagen se perdería. (A mis hermanos y a mí hay algo que nos une a esta leyenda: somos sevillanos y medio zaragozanos y, además, hemos vivido durante toda nuestra infacia y juventud en la calle San Vicente* donde la Virgen del Pilar siempre estaba presente en nuestra casa).
Esta historia puede estar vinculado al hecho de que la Virgen del Pilar presida la capilla que se encuentra a la entrada de la Catedral por su cabecera en la puerta de Palos. ¿Podría ser que existiese en aquella época la tradición de que la Virgen del Pilar fue la primera patrona de Sevilla y que por eso se cediese a los caballeros aragoneses que entraron en Sevilla tras la Reconquieta una capilla tan privilegiadamente situada? No lo sabemos, pero, en cualqueir caso, podemos disfrutar de la excelente talla que esculpió Pedro Millán hacia 1500 y que preside dicha capilla.
Por otro lado, la devoción está vinculada a la parroquia de San Pedro, donde, de la misma manera que en la catedral, se vincula la Hermandad de Nuestra Señora del Pilar y Santiago Apostol a esos primeros caballeros aragoneses que vinieron con el rey san Fernando. En su capilla se venera una imagen del Pilar del siglo XVIII.
De principios del siglo XX es la talla de la Virgen del Pilar que se halla en el Santo Ángel. En esta iglesia, la comunidad aragonesa en Sevilla celebra cada 12 de octubre el día de la Virgen con una Santa Misa. En ella, los bellos trajes tradicionales de Aragón se unen al canto y al baile de la sonora, bella y profunda jota.
Sólo quiero referir un caso más, quizá el más conocido. En el paso de nuestra amada Esperanza Macarena, detrás del llamador, se encuentra una réplica en plata de la Virgen del Pilar. Así, cada madrugada, la devoción más popular se une a la más antigua para pasearse por Sevilla.
La cosa es que el relato de San Pío, sea cierto o no, me lleva a meditar sobre cosas que son reveladoras de nuestra ciudad. Lo primero, es la indiscutible devoción mariana de Sevilla; lo segundo es que sea un escultor nuestro primer obispo, cuando la escultura, cuando la imaginería, es tan relevante, a través de las imágenes que procesionan en la Semana Santa, en la religiosidad sevillana; y lo tercero es más universal, el sentido simbólico del pilar:
Pilar se asocia a la solidez que da confianza; sobre un buen pilar podemos construir un edificio seguro. La columna asocia el suelo y el cielo; por ello, es María soporte que nos acerca de la tierra al cielo. La columna nos asocia con la arquitectura, con el templo, con la construcción que hacemos entre todos para habitarla en común. ¡Sí, con la arquitectura! arte tan querido para mí y tan afín a las entradas de esta bitácora. *Nota: La iglesia de San Vicente a la que se refiere la leyenda de San Pío sería probablemente la hace poco descubierta en el patio Banderas y no la actual parroquia de ese nombre aunque esta también se asienta sobre una antigua basílica paleocristiana.
También le puede interesar
(pulse en la imagen para ir al enlace)