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Luis Cernuda y José María Izquierdo – 171

El pasado cinco de noviembre fue el cincuenta aniversario de la muerte de Luis Cernuda. Su nombre evoca al exilio,  a la soledad, a la incomprensión. Esta profunda experiencia de huída hacia dentro y hacia fuera se traslada a su breve retrato de José María Izquierdo escrito en su introspectivo Ocnos. En él refleja a cuantos sevillanos portan la pesada carga de su condición de tales, solos e incomprendidos a cambio de un gozo inefable, permaneciendo en esta Sevilla en la que Izquierdo «tiraba a la calle su talento»
Cernuda, ignorante de sus razones, se preguntaba:»¿Por qué se obstinó alicortado en su rincón provinciano, pendón de bandería regional para unos cuantos compadres que no podían comprenderle?». Y se respondía que «todo fue causa de un error de amor» pero, al concluir, reconoce que quizá «tal vez gozó gloria mejor y más pura que ninguna».

jose maria izquierdo y luis cernuda

Luis Cernuda (Sevilla, 1902 – México, D.F., 1963) y José María Izquierdo (Sevilla, 1886 – Sevilla, 1921)

Desde que leí Ocnos, me he preguntado qué movió a Cernuda a publicar en 1942 este retrato (el único capítulo que titula con nombre y apellidos) del autor de «Divagando por la Ciudad de la Gracia» que había muerto veintiún años antes. Obviamente no tengo respuesta pero se me ocurre que pueda ser algo parecida al final del relato de Borges, «Los Teólogos», en el que los dos protagonistas son para Dios el mismo hombre y que, quizá, para Cernuda, José María Izquierdo hubiera sido él mismo si no hubiese escapado de la ciudad que odiaba y amaba, de esta ciudad de corazones vacíos o de gozos azules que llamamos Sevilla
Y puede que, en realidad, a muchos sevillanos no les quepa otra que ser Izquierdo o Cernuda, convivir con los corazones vacíos o añorar los gozos azules. Y quizá, a los demás, sólo nos quepa ser corazones huecos que, de cuando en vez, alcazamos un efímero gozo.

Juan Pablo Navarro
Maratania
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Cassas de su morada (Juan Cartaya)

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al BarrocoJuan Cartaya Baños, Doctor en Historia Moderna, profesor, investigador y autor de Para ejercitar la maestría de los caballos. La nobleza sevillana y la fundación de la Real Maestranza de Caballería en 1670, ha publicado, en su muy recomendable bitácora –Aristocracias-, este artículo sobre nuestro libro: Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco:
«Estando en las cassas de su morada…», esta fórmula habitual al comienzo de los documentos redactados por los escribanos públicos, que quienes nos dedicamos a estas lides historiográficas estamos más que acostumbrados a encontrarnos en los documentos que manejamos (por ejemplo, en los protocolos notariales), me hacen traer a este su blog una nueva entrada, dedicada a estas «casas de morada», a las viviendas aristocráticas, en suma, y que para abrir boca dedicaré hoy a algunas de mi ciudad, Sevilla, con la colaboración indispensable -y espero que voluntaria, porque no he llegado a pedírsela siquiera- de mi buen amigo Juan Pablo Navarro, meticuloso editor, propietario y factótum (de fac-totum: lo hace todo) de la editorial sevillana MARATANIA, a cuyo delicioso libro sobre el tema remito, además de a su cuidado blog, del que ahora aportaré algunos enlaces.
Muestra de casas sevillnas desde el Barroco hasta la Edad Media ©Maratania
La casa compone una parte relevante del patrimonio nobiliario: la “casa poblada”, las “cassas de su morada”, el solar familiar en suma, que podía hallarse tanto en la villa cabeza del señorío o bien en la ciudad, el lugar en donde –finalmente- terminan, nacen, se hacen y deshacen los linajes en la Edad Moderna. Linajes cuya presencia en las ciudades se asociaba al haber estado, desde tiempo inmemorial, asentados en determinadas calles o collaciones. Estas viviendas, que en el caso de Sevilla comenzaron a adaptarse al gusto italiano en el siglo XVI, son el escaparate en donde la familia exhibe su riqueza, su gusto y su poder, recogiendo un precedente muy caro al mundo helenístico y grecolatino. Antes del XVI, sin embargo, hay en la ciudad ejemplos extraordinarios de grandes mansiones palaciegas habitadas por importantes familias, como es el caso de los Stúñiga en el hoy palacio de Altamira o el caso de los Ponce de León en su gran palacio de la collación de Santa Catalina. Sin embargo, será el modelo italianizante el más imitado a la hora de levantar las grandes casas de las que se admiraba el cronista Alonso de Morgado, siguiendo el ejemplo de viviendas como la de los Pinelo: una gran fachada coronada por un balcón representativo o por una loggia; ventanas enrejadas abiertas a la fachada; apeadero, patio de honor y jardín trasero o segundo patio para uso íntimo. Este modelo se repetirá desde la Casa de Pilatos –el palacio de los duques de Medinaceli- hasta Dueñas, el palacio de los duques de Alba. Se verá seguido por otras grandes casas-palacio, tal vez no tan amplias y extensas como las dos últimas mencionadas, pero sí de gran representatividad, tales como -por ejemplo- la de los Domonte o la de los Mañara. La primera, propiedad de Juan de la Fuente Almonte y sita en la collación de San Vicente –conocida hoy como palacio de Monsalud- la adquirió en la almoneda de los bienes de don Gaspar de Monteser, caballero de Santiago y tesorero de la Casa de la Contratación, institución a la que había defraudado grandes sumas: este a su vez la había heredado de su suegro, don Rodrigo de Tapia, adquiriéndola Tapia en 1620 a los herederos de Diego Ochoa y Constanza del Canto, sus propietarios documentados en 1516. Almonte la compró por 14.000 ducados de plata en 1631, y le haría mejoras y reformas por valor de otros 6.000. Entre las mejoras, una nueva portada –que no es la conservada actualmente, reformada por los marqueses de Villamarín, descendientes de Fuente Almonte, en el siglo XVIII- y las dos grandes piedras armeras de los Domonte y los Verástegui, esculpidas por el cantero Martín de Anitua. La gran casa, de dos plantas, apeadero, caballerizas, dependencias para el servicio, escalera principal y tres patios, destaca aún hoy por su imponente aspecto: era, sin duda, un espléndido estuche para conservar en su interior los valiosos bienes muebles que poseía. Almonte –que en los últimos años de su vida murió endeudado y hubo de vender, para subsistir, varios de sus bienes que no estaban vinculados a su mayorazgo- guardaba en su casa un valioso servicio de plata, diversos cuadros de temática religiosa (San Francisco, San Pedro y San Pablo, Santa María, la Pura y Limpia Concepción, Santa Ana y la Virgen, la Virgen de la Antigua, San Miguel) y profana (veinticuatro de una serie de antiguos emperadores romanos con sus consortes; nueve de reyes y príncipes de España hasta don Baltasar Carlos, diversos paisajes y bodegones, algunos de ellos posiblemente flamencos) hasta un total aproximado de sesenta, una –para la época- nutrida biblioteca, un oratorio lujosamente dotado con diversos cuadros, imágenes y láminas (Nuestra Señora, San José y el Niño Jesús; Santa Inés; un Crucificado; San Cristóbal; una talla de una Inmaculada y otra de un Crucificado, otras dos en mármol de San Juan Bautista y de Nuestra Señora), además del frontal de altar y otros ornamentos sagrados. A ello hay que sumar los muebles y adornos de la casa, algunos de valor, como un escritorio de ébano y marfil y varias piezas de porcelana china. Un magnífico estuche, sin duda, para tanta joya.
casa de las dueñas 4
Como prometí, paso algunos enlaces al blog de Maratania para su goce y regodeo visual e intelectual, apreciando cómo fueron algunas de estas casas de la aristocracia sevillana de los siglos XVI, XVII y XVIII (hay también alguna entrada dedicada a alguna vivienda del XIX). Aquí van: otras casas sevillanas del s. XVI y XVII, la casa de los Levíes o del Correo Mayor, Dueñas, AlgabaVillapanés, Casa Galindo, Vallehermoso y Santa Coloma… y tantas otras, pero para disfrutarlas en su totalidad, les aconsejo que se hagan con el libro. A mi me lo regalaron las pasadas Navidades, y tiene desde ese momento un sitio privilegiado en mi biblioteca.

JUAN CARTAYA BAÑOS»

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Desde aquí, sólo me queda dar las gracias públicas al doctor Cartaya.

Juan Pablo Navarro
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Dos sedes dos para "Joselito y Belmonte, una revolución complementaria, 1914-1920" – 169

SIN LOGOS JOSELITO Y BELMONTESe imaginan coger el colchón de su cama, pasearlo en penitencia por las calles de Sevilla y empeñarlo en el Monte de Piedad con la imperante e inobjetable necesidad de no perderse la memorable corrida -qué quizá fuese la última, porque no hay remedio, tenlo por seguro, porque a Juan lo matará un toro- que el «Pasmo de Triana», don Juan Belmonte García, toreará en la Maestranza. Pues así hacía más de un sevillano y más de dos y de tres en esos principios de siglo en que media España era de Belmonte y la otra media de su amigo Joselito
Y así, ¿como podía ser de otra manera?, en dos sedes dos, se inauguró, promovida por el ICAS, el pasado 15 de octubre en el espacio Santa Clara y en el Castillo de San Jorge, la exposición «Joselito y Belmonte, una revolución complementaria, 1914-1920».
Y no empeñen su colchón , que no hace falta, pero, al menos, procesionen y recuperen la memoria de esa España, de esa Sevilla mágica, la de nuestros apasionados abuelos, y admírensen y pásmensen con la historia de Juan y de José, dos rivales que se querían.

Juan Pablo Navarro
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Reseña de nuestro libro Casas Sevillanas en el Archivo Español del Arte

En el último número del Archivo Español de Arte, se ha publicado una reseña de nuestro libro Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco firmada por Fernando Cruz Isidoro, Profesor Titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla:
Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco
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«Este libro culmina felizmente la larga trayectoria de investigación de su autor, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, sobre la arquitectura palacial sevillana, iniciada tempranamente en 1977 con “Palacio de las Dueñas” y “Colección Osuna”, en Museos de Sevilla. Patrimonio Nacional, y continuada a lo largo de varias décadas, fruto de su intensa investigación documental de archivo y de estricto análisis formal en el contexto de la evolución histórica de la arquitectura civil bajoandaluza. Muestra de ello fueron: El Palacio de San Telmo (1991); El Palacio Arzobispal de Sevilla (1997); El Palacio de las Dueñas y las casas-palacio sevillanas del siglo XVI (2003); La Casa de Jerónimo Pinelo, sede de las Reales Academias Sevillanas de Buenas Letras y de Bellas Artes (2006); o “Mármoles de talleres genoveses en las Casas-palacio de Andalucía occidental en el siglo XVI”, en Creación artística y mecenazgo en el desarrollo cultural del Mediterráneo en la Edad Moderna (2011). Temática que difunde en los Cursos de Doctorado y Master de la Hispalense. En esta ocasión, se aborda por primera vez el estudio integral de las casas-palacio sevillanas, logrando dar una visión de conjunto que faltaba, pues abarca desde la casa medieval a la barroca. Analizando documental y formalmente quince edificios, que desmenuza pormenorizadamente, el libro parte de una Introducción, donde realiza una valoración bibliográfica sobre esta temática desde el s. XIX al XX, para luego estructurarse en tres apartados: la casa-palacial medieval, la casa-palacial renacentista y la casa-palacial barroca. Antes de estudiarlas, las enmarca convenientemente en la Sevilla del momento, para lo que describe de forma general cómo evoluciona la ciudad en cada uno de esos periodos, abarcando la estructura social, con especial interés en la aristocracia y clases dirigentes, a las que iban destinadas estas viviendas, pero sin descuidar los rasgos económicos, demográficos u otros generales, para luego incidir más abundantemente en la arquitectura y el urbanismo del que estos inmuebles formaban parte. De gran interés son los caracteres generales que resalta de la tipología de casa-palacio de cada una de esas etapas (medieval, renacentista y barroca), fruto de su conocimiento y capacidad de síntesis, para luego pasar a estudiar concienzudamente cada ejemplo, donde tienen cabida los materiales constructivos, planta, fachadas, torres, patios, escaleras, salones, cubiertas, jardines, y la decoración (pinturas, yeserías, escudos nobiliarios, enlucido…), todo enmarcado por la historia de su proceso constructivo, con los diferentes mecenas, dueños y usos que el inmueble ha tenido a lo largo de su historia. De época medieval se estudian cuatro casas, partiendo del Palacio mudéjar de Pedro I en el Alcázar, verdadero ejemplo para la arquitectura doméstica palacial hasta bien entrada la modernidad, seguida del Palacio de Altamira, la Casa del Rey Moro y Casas Sevillanas - Maratania casa de PilatosPalacio de los Marqueses de la Algaba. Observa cómo son de uno o dos pisos, faltos de uniformidad y simetría, tanto en planta como alzados, de fábrica de tapial, ladrillo enlucido o agramilado, cubiertas con armaduras de madera y abovedadas las capillas, de fuerte introspección, con pocos huecos al exterior y asimétricos, aspecto laberíntico, y una organización que desde la casa-puerta conducía a establos, cochera, bodega y a la planta alta, como zona noble. Espacio ordenador resulta el patio principal, con acceso en recodo con dos o más galerías sobre pilares de ladrillos achaflanados, de arcos entre semicírculo y apuntados en el inferior y rebajados o angrelados en el superior.
De la etapa renacentista estudia cinco inmuebles: la Casa de Pilatos, el Palacio de la Dueñas, la Casa Almansa (Mañara), la Casa de Jerónimo Pinelo y el Alcázar renacentista. Concluye que no son realizadas bajo un concepto unitario, sino fruto de remodelaciones a lo largo de varios siglos, resolviendo la manifiesta complejidad de la que hacen gala. Partiendo de la casa-mudéjar, y de nuevo con los ojos puestos en la renovación renacentista de los Reales Alcázares, estas casas se abren al exterior con fachadas trazadas con mayor simetría, destacando el uso de mármoles, tanto para la portada de ingreso, descentrada, como para las pandas de columnas del patio claustrado, que sustituyen los viejos pilares de ladrillo, sostenedores de arcos peraltados en planta baja y escarzanos en la alta. Sus salas, rectangulares (palacios) y cuadradas (cuadras) se cubren con armaduras (de artesones o alfarjes con motivos geométricos de lacería y paños de mocárabes), y no suele faltar el gran volumen de la caja de escalera de tipo claustral de un tiro. La decoración es a base de yeserías, azulejos de arista de cerámica vidriada, blasones heráldicos y pinturas murales de temática geométrica y humanista.
Casas Sevillanas - Maratania Casa de las DueñasSeis son las casas-barrocas elegidas: Palacio Arzobispal; Museo-palacio de la Condesa de Lebrija; Casa Bucarelli (Santa Coloma); Casa de los Villa, Casa del Almirante López-Pintado (Villapanés); y Casa de Benito del Campo. Resultan en su mayoría casas prexistentes, que se renuevan, acercando la zona residencial más a la calle, a la crujía de fachada. Suelen presentar fachadas de dos plantas y, a veces, ático; portada de rica ornamentación con balcón sobrevolado con guardapolvo; gran número de vanos al exterior articulados por pilastras; una torre-mirador en ángulo; decoración de esgrafiados y pinturas murales geométricas; patios con arquerías semicirculares en ambas plantas, o cerradas en la superior con balcones entre pilastras; bóvedas de yeserías, etc. El aparato científico se refleja en una amplia bibliografía consultada.
Todo ello con una redacción amena, magníficamente ilustrada con más de 230 fotografías a color de gran calidad y de estética muy lograda, fruto de la labor de Juan Pablo Navarro, en el contexto de una novedosa edición, diseñada por Maratania, con amplios pies de fotos que permiten desarrollar con su simple lectura una visión paralela de la obra. Su amplio formato (30 x 34 cm) y su encuadernación en Tamposer (cartoné fotográfico) enmarcan convenientemente la obra.
En definitiva, estamos ante un libro novedoso por lograr una visión general de la tipología de la Casa-palacio sevillana, basada en una amplia experiencia de investigación y publicación al respecto de su autor, que puede resultar de interés al investigador, por su texto científico, y al público en general, por sus amplios resúmenes y abundante reportaje fotográfico.

FERNANDO CRUZ ISIDORO
Universidad de Sevilla

Casas Sevillanas - Sevilla en el siglo XVI

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Desde esta aquí, sólo me queda dar las gracias públicas al profesor Cruz Isidoro por esta completa reseña.
Juan Pablo Navarro
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«Casas Sevillana desde la Edad Media al Barroco» en el «Callejón de la Vida»

Casas Sevillanas de Teodoro Falcon

Nuestra última publicación -«Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco»- no nos deja de producir satisfacciones por la cálida acogida que está teniendo. El escritor y periodista Ángel Pérez Guerra nos ha regalado este articulo en el que nos recuerda a dos ilustres antepasados de nuestro volumen: «Algunas consideraciones sobre la casa sevillana». de Joaquín Hazañas y la Rúa y «Arquitectura civil sevillana» de Francisco Collantes de Terán y Luis Gómez Estern.

Le agradecemos este artículo y esta halagadora frase: Él sí sabe lo que Sevilla merece, y con aventuras editoriales como ésta demuestra que el cuerpo de Hispalis sigue lozano y palpitante.


De venta en librerías, Amazon y maratania.es


Os dejamos el artículo en ABC:

CALLEJÓN DE LA VlDA / LA CASA SEVILLANA

CORRÍAN aquellos años irreparables de promesas democráticas. aperturas hacia la libertad y revisión de convencionalismos. Recuperábamos un sentido de las cosas sepultado por la ventisca de reyertas que no habíamos vivido y que mutilaron la fisonomía de nuestra identidad. Como si se estuviera disipando el polvo de los bombardeos, llegaban a nosotros las esencias supervivientes. la genealogía de los sentimientos urbanos.

Y en plena efervescencia redescubridora. encontramos «Algunas consideraciones sobre la casa sevillana». del catedrático Joaquín Hazañas y la Rúa que había ingresado en la Academia de Estudios Sevillanos en 1928 con ese discurso. En honor a la verdad. todo había empezado con un libro municipal. elaborado por Francisco Collantes de Terán y Luis Gómez Estern en -apunten- 1976: «Arquitectura civil sevillana». Aquel grueso catálogo en blanco y negro nos hizo llorar por los suelos que perdimos a manos de la especulación. El libro de Hazañas nos hizo comprender nuestro llanto.

No voy a revelar aquí – pobre de mí – él valor de la casa sevillana. que en realidad es la romana con distintas puestas al día. El doblemente rector y especialista en La Celestina (lo que le valió la amistad de Menéndez Pelayo) trenzó en este opúsculo suyo un tratado del que siguen hoy bebiendo muchos y muy cualificados expertos en arquitectura.

Acaba de salir a la luz una publicación que retoma aquel espíritu. El diseñador gráfico, editor y bloguero
Juan Pablo Navarro ha puesto sus cálidas fotografías para que el catedrático Teodoro Falcón las ilustre con sus textos que recorren quince casas-palacio salvadas de la demolición y que gozan de buena salud. Son moradas nobiliarias. de época medieval, renacentista y barroca, muy distintas de las burguesas de tiempos más recientes. Pero siguen un modelo ideal que hunde sus raíces en la misma fuente clásica.
La empresa acometida por este joven editor. que ha dado a la imprenta otras labores divulgativas de nuestra riqueza artística, rejuvenece a una ciudad que la megalomanía de los ignorantes ha llevado una y otra vez al borde de la fosa. Sin duda. él sí sabe lo que Sevilla merece, y con aventuras editoriales como ésta demuestra que el cuerpo de Hispalis sigue lozano y palpitante.

Casas Sevillanas Teodoro Falcon

Paseando por los jardines del Alcázar – 167

Durante estos días he ido añadiendo a mi album de facebook, «Paseaba por allí», fotos de los bellísimos jardines del Alcázar sevillano. Os las agrupo aquí junto a los comentarios que las acompañaban.

Cenadoir de Carlos V, donde, si no se come, se bebe.

Donde, si no se come, se bebe.


Cuando Sevilla era reina del comercio universal, levantaba hermosas estatuas a su dios.

Cuando Sevilla era reina del comercio universal, levantaba hermosas estatuas a su dios.


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Fuentes del Alcázar de alegres lágrimas


El tiempo es inmóvil en el Alcázar

El tiempo es inmóvil en el Alcázar


Música de agua, galería sonora (Galería de Grutescos)

Música de agua, galería sonora


Alehop, el mayor espectáculo del mundo,,, el Alcázar de Sevilla. No se pierdan la memorable actuación del león blanco que, imperturbable, circunspecto, y sereno, lanza agua al estanque. en el que sólo se baña en las tórridas noches del estío ¡Tachan¡

¡Qué mirada de espanto se asoma por la ventana mientras un niño tranquilo pasea con su cesto por el jardín dando su espalda a la reja que separa!


Alehop, el mayor espectáculo del mundo,,, el Alcázar de Sevilla. No se pierdan la memorable actuación del león blanco que, imperturbable, circunspecto, y sereno, lanza agua al estanque. en el que sólo se baña en las tórridas noches del estío ¡Tachan¡ (Pabellón del León)

Alehop, el mayor espectáculo del mundo,,, el Alcázar de Sevilla.
No se pierdan la memorable actuación del león blanco que, imperturbable, circunspecto, y sereno, lanza agua al estanque. en el que sólo se baña en las tórridas noches del estío

Juan Pablo Navarro
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La casa de los marqueses de Villapanés 166

Eñ Almirante Manuel López Almonacid Pintado - Marqués de Torreblanca del Aljarafe

El Almirante Manuel López Almonacid Pintado – Marqués de Torreblanca del Aljarafe – Museo Naval, Madrid

Muchos conocen la calle de Santiago en Semana Santa cuando se acercan a la Iglesia del mismo nombre para ver la salida del Rocío. Habrán pasado junto al gran portón del corral del Conde y, al llegar a la plaza de Ntro. P. Jesús de la Redención, se habrán sorprendido por la amplia fachada de ladrillo vitolado de la casa del marqués de Villapanés sobre la que se levanta un mirador.
Este bello edificio lo mandó construir en torno a 1729 el almirante Manuel López-Almonacid Pintado (1677-1745), nombrado por Felipe V marqués de Torreblanca del Aljarafe. El edificio, según Teodoro Falcón, se debe al arquitecto Diego Antonio Díaz (1667-1748), maestro mayor de la catedral y del arzobispado, autor de la iglesia del convento de Santa Rosalía, de la portada de acceso interior a la iglesia de San Antonio Abad (El Silencio) y de la portada principal de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de Consolación de Umbrete.
Tras el zaguán, una hermosa cancela de triple arcada, fechada en 1852, imita a la de la casa de los Condes de Casa Galindo en el Museo, ésta de 1842. El patio lo forma una galería de arcos y lo preside una fuente con un niño con un pez. Al fondo se accede al jardín y a la derecha a un pequeño patio con una fuente de grutescos.
En la escalera principal está el blasón de los Solano, por la mujer del almirante, con el lema Fueron con sol y vinieron los que a los moros vencieron. La bóveda se decora con yeserías con ángeles en las esquinas.
La casa adquiere el nombre de Villapanés con su octavo marqués, Juan Antonio Duque de Estrada y Cabeza de Vaca, VIII Marqués de Casa Estrada y V Marqués de Torre Blanca de Aljarafe. Actualmente es el Hotel Alma Sevilla – Palacio de Villapanés
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Vista de la Catedral y San Ildefonso desde la casa de Villpanmés

Vista de la Catedral y San Ildefonso desde la casa de Villpanés

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Juan Pablo Navarro
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La Casa de los Villa en Muñoz y Pabón, 9 – 165

casa de los villa

Esta casa se edificó en 1725, tal como aparece rotulado en su portada. La mandó levantar Nicolás María Villa, descendiente, como tantos otros sevillanos, de genoveses afincados en nuestra ciudad. A sus expensas se labró el retablo de San Carlos Borromeo en la cercana parroquia de San Nicolás, donde se encuentra el panteón familiar. Tal como nos ha llegado en la actualidad, su planta es menor a la original, ya que se le segregaron varias fincas. La casa medianera, la nº 11, nos deja observar este hecho y comprobar como se mantiene en ésta, en gran medida, el diseño original.
La casa fue propiedad del arquitecto Juan Talavera y Heredia quien, entre 1938-39, reformó el edificio.
Es, por tanto, esta casa un ejemplo de como las casa históricas sevillanas han ido siendo modificadas por sus propietarios, en muchas ocasiones con malos resultados, se han vendido parcialmente y, en el peor de los casos, demolidas.
casa de los villa 2

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