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La Inmaculada de los Venerables contemplada en su altar originario – 142

Inmaculada dee los Venerables
Los artistas regalan su espíritu a su obra y esta queda como mortecina en su soledad a la espera de que otro hombre la contemple y haga renacer su alma. Así, esta Inmaculada de Murillo me ofreció generosa el espíritu del artista.
Entré en la iglesia del Hospital de los Venerables y allí estaba, en donde siempre estuvo hasta que el franchute del mariscal Soult la secuestró en 1813. Sí, allí estaba, en el marco que Bernando Simón de Pineda había labrado para ella en torno a 1665.
Me acerqué a contemplarla. Estaba yo solo en el silencio de la nave. Y, como tantas veces me ha ocurrido con el Arte, me quedé extático delante de ella y no podía dejar de mirar a la Inmaculada de los Venerables.
Primero me quedé arrobado y quieto viéndola. Luego, mi razón empezó a escudriñar en sus detalles: en los angeles que, como una hélice que se difuminaba, la rodeaban, en las nubes blancas y doradas, y en Ella. Recorrí su cara de niña que miraba al cielo, sus delicadas manos unidas en el pecho, su vestido azul y blanco que vaporoso se enredaba en la luna a sus pies. Veía triángulos, pinceladas sueltas y luz, una luz tan cierta como la de la penumbrosa iglesia, y la veía ascender al cielo con un movimiento tan real como la quietud de mi postura. Pues así seguía, otra vez contemplándola, quedo, sin poder moverme.
Los artistas regalan su espíritu a su obra y esta queda como mortecina en su soledad a la espera de que otro hombre la contemple y haga renacer su alma. Así, esta Inmaculada de Murillo me ofreció generosa el espíritu del artista y pensando en ello, imaginé a los anciamos sacerdotes que la contamplaban hace siglos y rezaban afianzados en su fe al mirarla y desee que el milagro de que lo inerte cobre vida surja cada vez que alguien cruce su mirada con la mística e inocente belleza de esta Inmaculada de Murillo.
Y pasado el tiempo, me fui más rico de lo que había entrado, pues no hay mayor fortuna que la de contemplar un alma, máxime si es la de un artista a través de  su obra.

Juan Pablo Navarro
Maratania
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Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco

Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco. Un libro que nos abre las más exquisitas mansiones de Sevilla

 

Casas Sevillanas Diario de Sevilla 1

«Casas Sevillanas» en el Diario de Sevilla

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco

Ana Fernández de El Diario de Sevilla nos ha escrito una interesante artículo sobre «Casas Sevillanas – Desde la Edad Media al Barroco»:


Donde habita la historia

El catedrático de Arte Teodoro Falcón presenta un nuevo libro de las casas-palacio sevillanas del XVI al XVIII, editado por Maratania

Ana Femández

Basta con cruzar el umbral de una de las casas-palacio con historia de la ciudad para descubrir que en ella duermen la cultura, la his­toria e, incluso, los cambios socia­les y económicos de una época. Para aquellos que quieran pasar este dintel sin moverse de casa, el libro-estudio Casas sevillanas des­de la Edad Media hasta el Barroco, escrito por el catedrático de Arte de la Universidad de Sevilla Teodoro Falcón, abre las puertas de una quincena de ellas con cada pase de página. Ayer, probable­mente en el marco más idóneo, la Casa de los Pinelo, el investigador presentó, de manos de la editorial Maratania, este monográfico que destaca por su carácter audiovi­sual, su gran formato y lo accesi­ble que resulta para que todo tipo de público se adentre en el tema.

En este recorrido entre pasillos, patios y un sinfín de detalles ar­ quitectónicos y ornamentales, el lector se topará con tres claros apartados: la casa-palacio medie­val, la renancentista y la barroca.

En ellos se analiza cómo era la ciudad en cada periodo, su estructura social, así como los rasgos económicos y demográficos que in­fluyeron en la estructura de cada caserío. Además, se desvela su ac­tual uso, con «más alma» si sigue en manos privadas que si ha sido reformada en museo o para uso de la Administración.

En total, quince casas protago­nizan este paseo por los siglos XVI, XVII y XVIII que viene a refrescar, sobre todo en la calidad y el color de las imágenes, clásicos como la colección de bolsillo de la Univer­sidad de Sevilla o, de manera más cercana, a Arquitectura Civil Sevi­llana (Collantes de Terán y Gómez Estem) y Cien Edificios de Sevilla (Vázquez Consuegra).

En la Edad Media, se detallan casas como el Alcázar (también en el Renacimiento), Casa de Altarnira, Casa del Rey Moro y Pala­cio de los Marqueses de la Alga­ba. En el Renacimiento: Casa de Pilatos, Palacio de Dueñas, Casa de Mañara, Casa de los Pinelo y Alcázar. La obra concluye con el Barroco y el Palacio Arzobispal, el de la Condesa de Lebrija, Casa de los Bucarelli, Casa de Vila, Ca­sa del Almirante López Pintado y Casa de Benito del Campo.

Diario de Sevilla Casas Sevillanas de Teodoro Falcon Maratania 1
Casas Sevillanas de Teodoro Falcon

Éxito en la presentación de Casas Sevillanas en la Real Academia

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco con textos de Teodoro Falcón

♦ Don Ramón Serrera afirmó que sus fotografías son las que hacen a Casas Sevillanas un «libro bello». Consideró a estas coautoras y colaboradoras imprescindibles del extraordinario texto don Teodoro Falcón.
Solo pude salir agradecido el pasado jueves, 29 de noviembre, cuando terminó la presentación de Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco. El salón de actos de la Academia se llenó, no pocas personas se quedaron en el patio (un millón de gracias a los valientes que vencieron al gélido relente), y, eso creo, las intervenciones fueron muy interesantes para todos los asistentes.
Don Ramón Serrera fue quien presentó este acto en la Academia Sevillana de Buenas Letras. Comentó la gran calidad humana y académica de don Teodoro Falcón: Doctor en Historia, y catedrático de Historia del Arte en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, ha sido comisario de múltiples exposiciones, en las que destaca  “Magna Hispalensis”, Catedral de Sevilla, 1992; entre sus numerosas publicaciones destacan, de temas sevillanos, monografías sobre: la Catedral, la Giralda, la Torre del Oro, el palacio de San Telmo, el palacio Arzobispal, las iglesias del Sagrario y de San Nicolás y títulos como: “El palacio de las Dueñas y las casas-palacio sevillanas del siglo XVI” y “La casa de Jerónimo Pinelo, sede de las academias sevillanas de Buenas Letras y de Bellas Artes”.
Casas Sevillanas - Maratania - Casa de Pilatos.
Don Ramón entendió como un pleno acierto el contenido del libro, resaltó lo amplio del material original que se exponía en este, cómo se explica la evolución de la casa sevillana y los distintos edificios que se eligen para su exposición monográfica: El Palacio de Pedro I, la Casa de Altamira, la Casa del Rey Moro, la Casa de los Marqueses de La Algaba, la Casa de Pilatos, el Palacio de las Dueñas, la Casa Almansa (Mañara),  la Casa de Jerónimo Pinelo, el Alcázar Renacentista, el Palacio Arzobispal, la Casa de la Condesa de Lebrija, la Casa de los Bucarelli, la Casa de los Villa, la Casa del Almirante López-Pintado y la Casa de don Benito del Campo.
Don Ramón, en lo que más cercano me toca, afirmó que mis fotografías son las que hacen a Casas Sevillanas un «libro bello». Consideró a estas coautoras y colaboradoras imprescindibles del texto de don Teodoro Falcón. Me alegró en extraordinaria medida que alabase el diseño de la obra y que apreciase el esfuerzo que ha sido el incluir por todas sus páginas una barra de resumen con lo más interesante de los textos. Tengo que decir que esta barra ha sido esencial para mí en la idea del libro que tenía. Entiendo que los libros de gran formato deben ser unión entre fotografía y texto: normalmente nos quedamos en las fotos, si acaso, leemos algún pie de foto y, raramente, leemos el texto, siendo éste, en realidad, lo más importante del libro. Por ello, pensé, y creo que no me he equivocado, que esa barra podía ser un puente válido y que supondría un medio que facilitaría que el que se acercarse a Casas Sevillanas saldría sabiendo más de estas cuando cerrase las tapas del libro.
Casas Sevillanas - Maratania Casa de las Dueñas
Tras la presentación de Don Ramón Serrera, me tocó a mí exponer brevemente las razones que me llevaron a idear este libro y, por último, don Teodoro Falcón dio una clase magistral sobre la casa sevillana.
Os adjunto, por ser la que dispongo completa, mi intervención:
Excelentísimo Señor Presidente. Excelentísimos Señores Académicos. Señoras y Señores.
Como Editor, fotógrafo y diseñador de este libro, «Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco», quisiera dar, sobre todo, las gracias y manifestar un anhelo.
Gracias, primero, a la Academia por invitarnos a su casa a presentar este libro y gracias por permitirme dirigir unas palabras desde este estrado a mí que en vez de hablar debería escuchar.
Gracias a D, Teodoro Falcón. Difícilmente podré manifestarle la alegría que me produjo el que tuviese confianza en el proyecto que esta humilde editorial le presentó de hacer un libro sobre las más históricas casas de la ciudad.
Gracias por haber regalado toda su experiencia, todos sus conocimientos sobre la casa sevillana que abarcan toda su vida, gracias.
Gracias también a los propietarios e instituciones que nos han dado todas las facilidades para entrar en los edificios históricos que se retratan en el libro.
Con ellos, con las personas que las habitaban o, simplemente, con los que trabajaban en ellas, he tenido el privilegio de, aunque solo fuese durante unas horas, hacer esas casas mías y, mediante la cámara, recoger ese instante para regalárselas a todos en este libro.
Casas Sevillanas - Sevilla en el siglo XVI
Y gracias a Dios por haber hecho posible este libro. Recuerdo cuando hace ya más de 30 años, mi padre, Francisco Navarro Sánchez del Campo, al que muchos conocisteis y a quien dedico este libro, recibía los libros editados por FOCUS. Con ellos, comprendí la contundente belleza de los libros de gran formato. A ellos se le unieron libros como Arquitectura Civil Sevillana y 100 Edificios de Sevilla y otros como la colección de Bolsillo de la Universidad.
Con ellos aprendí a amar y también a sufrir con nuestra ciudad.
Y digo sufrir porque sobre la Sevilla que yo conocí ya no se podía afirmar los que Chaves Nogales escribía en 1921 en su libro “La Ciudad”. En ella afirmaba que no sabía de ninguna ciudad que tuviese esta sabia armonía, esta exquisita aristocracia, esta plenitud de espíritu de Sevilla.

Casas Sevillanas - Maratania pg Alcázar
Ese espíritu, ese no se qué, al que José María Izquierdo llamaba Gracia. Un espíritu que transformaba lo extraño en propio.
Así la iglesia de San Luis que es romana y jesuítica es ejemplo complejidad barroca y del armónico equilibrio de nuestra ciudad. O el parisino puente de Carrusel es nuestro símbolo más castizo en el puente de Triana. O los mármoles labrados en Génova ¿No son el más sevillano recuerdo del que ha jugado, sesteado o meditado en un patio sevillano?
Si embargo, en los últimos 80 años parece como si la decadencia económica, la avara especulación inmobiliaria y la ignorancia soberbia hubiese destruido el alma de Sevilla.
Hoy, lo que es propio parece tópico y pastiche.
Lo que es ajeno, parece ordinaria impostura.

Casas Sevillanas - Maratania casa de Pilatos
Y os hablo, ahora, de mi anhelo porque, es necesario el esfuerzo de restablecer la memoria para contemplar Sevilla con ojos nuevos.
Porque Sevilla sería como la Clarisa de las Ciudades Invisibles de Italo Calvino: “Clarisa  ciudad gloriosa, tiene una historia atormentada. Varias veces decayó y volvió a florecer, tomando siempre a la primera Clarisa como modelo inigualable de todo esplendor, por comparación con el cual el estado presente de la ciudad no deja de provocar nuevos suspiros a cada giro de las estrellas.”
Y así, parafraseando de nuevo a Calvino, debemos asumir el riesgo y exigir la atención y el aprendizaje continuo de buscar y saber reconocer quién y qué, en medio de los infiernos que hemos construido, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.
Por eso, se me hace necesario e imprescindible este pequeño gesto de publicar este libro de Casas Sevillanas para descubrir donde todavía hay cielo, donde está el modelo de la Clarisa/de Sevilla que debemos imitar y reencontrar esa sabia armonía, esa exquisita aristocracia, esa plenitud de espíritu. 

Y, por favor, ya saben ¡COMPREN EL LIBRO!
Casas Sevillanas - Maratania Salón Principal Placio Arzobispal.

Juan Pablo Navarro
Maratania
Edición. diseño, maquetación y servicios editoriales – Sevilla
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Casas Sevillanas de Teodoro Falcon

Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco. Un libro que nos abre las más exquisitas mansiones de Sevilla

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco con textos de Teodoro Falcón

Con Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco, Maratania nos introduce en las más exquisitas mansiones de la ciudad, presentes solamente en nuestra memoria a través de sus fachadas, y que ahora se nos abren para nuestro disfrute.
Por fin hemos publicado Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco, un libro de gran formato que por primera vez aborda de forma integral el estudio de las casas-palacio sevillanas. Los textos son de Teodoro Falcón, catedrático de Arte de la Universidad de Sevilla; quizá el más relevante conocedor de la arquitectura sevillana. Lo acompañan una selecta y amplia colección de imágenes, además de antiguas ilustraciones que nos retrotraen al pasado histórico de Sevilla.
El libro tiene su origen en mi juventud, en los 70 y 80, cuando en mi casa se recibían los extraordinarios libros que Javier Benjumea publicaba a través de su fundación FOCUS-Abengoa y comprendí la rotunda belleza de los libros de gran formato. A ello se unió la adquisición de libros como la colección de bolsillo de la Universidad de Sevilla o, de manera más cercana, Arquitectura Civil Sevillana (Collantes de Terán y Gómez Estern) y Cien Edificios de Sevilla (Vázquez Consuegra) que me enseñaron a amar y, por tanto sufrir, a nuestra ciudad de Sevilla. De entonces nació mi vocación de editor y la certidumbre de que debíamos conocer Sevilla para preservarla y luchar contra su lenta destrucción originada por la pobreza económica, la avaricia y la soberbia ignorancia.
El libro cuenta con tres apartados: la casa-palacio medieval, la renacentista y la barroca. En cada uno de ellos se analiza cómo era la ciudad en cada período; su estructura social,  así como rasgos económicos, demográficos y causas generales que, de alguna forma, influyeron en su caserío. De forma monográfica se hace un análisis pormenorizado de quince edificios. A su vez, el tratamiento gráfico y la maquetación suponen una manera, en nuestra opinión, nueva de tratar el libro de gran formato, acercando con humildad el contenido a cualquier lector curioso.
Así, con Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco, Maratania nos introduce en las más exquisitas mansiones de la ciudad, presentes solamente en nuestra memoria a través de sus fachadas, y que ahora se nos abren para nuestro disfrute.
Ciertamente es una tarea riesgosa, no solo por la situación económica general, sino por la propia del mundo editorial. Vivimos una coyuntura nueva en la que no sabemos si persistirán las librerías, si siquiera existirá el libro en papel o cómo evolucionará todo. Pero, de alguna manera, entendíamos que era un ahora o nunca y que era necesario arriesgarse y publicarlo con esta excelente presentación. Ojalá nuestra iniciativa influya, al menos algo, para que Sevilla siga disfrutando de lo que nos legaron nuestros mayores. Esperemos que los lectores, sevillanos o no, así lo refrenden.

Fotografías: Juan Pablo Navarro
Diseño: Maratania
Tamaño papel: 24 * 30 cm
Nº Páginas: 160
Encuadernado: Cartoné cosido con hilo encuadernado al cromo.
 ——————
Índice de la Obra
6       Introducción
10    LA CASA MEDIEVAL
12    La ciudad en la Edad Media
20    Las casas
24    El Palacio de Pedro I
32    La Casa de Altamira
38    La Casa del Rey Moro
42    La Casa de los Marqueses de La Algaba
50    LA CASA RENACENTISTA
52    La ciudad en el siglo XVI
56    Las casas
64    La Casa de Pilatos
82    El Palacio de las Dueñas
94    La Casa Almansa (Mañara)
100 La Casa de Jerónimo Pinelo
106 El Alcázar Renacentista
112  LA CASA DEL BARROCO
114 La ciudad en los siglos XVII y XVIII
118 Las casas
124 El Palacio Arzobispal
134 La Casa de la Condesa de Lebrija
138 La Casa de los Bucarelli
146 La Casa de los Villa
148 La Casa del Almirante López-Pintado
154 La Casa de don Benito del Campo
—————————

Muestra de casas sevillnas desde el Barroco hasta la Edad Media ©Maratania

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Elogio de los retos y del trabajo repetitivo

¿Debo hacer de la repetición aburrimiento? ¿Debo considerar cada reto una ocasión para dejarme ganar por el miedo y la ansiedad? La respuesta clara es que no

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco

Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco con textos de Teodoro Falcón

Es natural desear que tu trabajo esté siempre ligado a la creatividad o que conecte con aquello que es tu vocación. Hace muchos años, en el IESE, se me quedó grabado para siempre lo que nos enseñaba el profesor Luis Huete: hablaba sobre la remuneración de nuestro trabajo y distinguía entre el salario material y el salario mental. Éste consistiría en todo aquello que nos hace sabroso nuestro esfuerzo diario. Unos buscan más un salario que otro. En mi caso, la búsqueda de salario mental es lo que me movió a fundar Maratania. Escribiendo, fotografiando, editando, diseñando y maquetando libros, revistas o simples folletos obtengo momentos de claro placer creativo. Sin embargo debo reconocer que a éstos se unen numerosas actividades que son repetitivas y retos que hay que superar cada día.
Entonces, debo preguntarme: ¿Debo hacer de la repetición aburrimiento? ¿Debo considerar cada reto una ocasión para dejarme ganar por el miedo y la ansiedad? La respuesta clara es que no; pero convertir lo reiterado en divertido y el reto en gozo requieren una mirada abierta por nuestra parte. Debo reconocer que no siempre lo consigo, pero te aseguro que sí busco que todo lo que hago me apasione.
Buscando ejemplos en tareas recientes, me es fácil encontrar trabajos que me han resultado fácilmente gratificantes: acabar nuestro libro Casas Sevillanas que saldrá en breve a le venta, diseñar y maquetar la revista del Caballo Español o la realización de los folletos e invitaciones para la inauguración de la iluminación artística del palacio Arzobispal. Junto a ellos, puedo citar trabajos repetitivos como el transformar un libro de la Junta de Andalucía sobre la estrategia energética de nuestra región en castellano en otro en inglés o como la propia versión inglesa del Caballo Español. Todos ellos son, en gran medida, un constante «corta y pega».

El Caballo Español

Trabajos, como las revistas de «El Caballo Español», debo hacerlos primero en castellano y luego repetirlos en versión inglesa

Pero la cosa no está tan clara; en los trabajos «creativos» hay muchas labores reiterativas. Salvando la inalcanzable distancia ¡cuántos golpes de martillo aparentemente iguales tuvo que dar Miguel Ángel para esculpir su gigantesco David! A su vez, en los que consideramos «repetitivos» se puede buscar el gusto buscando nuevas fórmulas para hacerlo diferente, mejor y mas rápido. Y, en conclusión, de todos ellos nos debe quedar la satisfacción del trabajo bien hecho, de construir algo nuevo, de haber superado un reto.
Y de esto último quiero escribir para concluir. Si en lo anterior prácticamente hablábamos de divertido o aburrido, al hablar del reto, hablamos de algo muy profundo. Desde los pequeños a los grandes, nuestra posición ante éstos nos habla de nuestra actitud ante la vida. Podemos hacerla una reiterada y sin arreglo secuencia de miedos o inquietudes, o una creativa superación de nuestros límites, en un mejor conocerse a uno mismo y alcanzar nuestro mejor yo. Al fin y al cabo, lo de siempre, lo que ya los griegos inscribieron en el templo de Apolo en Delfos: «Conócete a ti mismo».
Así, la reiteración y los retos  nos suponen una oportunidad, no sólo de divertirnos, sino de algo más importante: ser mejores. Y, en ese camino, debemos evitar siempre abrumarnos por nuestros fallos y equivocaciones, ya que solo la humildad de perdonárnoslos nos dará la oportunidad de gozar plenamente de lo alcanzado. Al menos, intentémoslos, algo, al menos, avanzaremos.

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A propósito de la Semana Santa sevillana y sus experiencias inefables – 137

La macarena
No sé que sería, si la luz de la mañana, si la lenta cadencia del palio, si su mirada; sí sé que el momento fue más allá de lo que puedo explicar, que estuvo dentro de esas experiencias inefables en las que el alma se manifiesta y vives el momento pleno e intenso

Al escribir sobre la espadaña de San Juan de la Palma, me vino a la memoria la vivencia más intensa que me ha regalado la  Semana Santa. Seria por los años ochenta y, claro está, era un Viernes Madrugada; la noche había sido memorable pero nos aguardaba lo mejor. Quedábamos mi primo Enrique y yo; estábamos de espaldas a la Casa de los Artistas en la calle Viriato, frente a la espadaña, y vino la Macarena. No sé que sería, si la luz de la mañana, si la lenta cadencia del palio, si su mirada; sí sé que el momento fue más allá de lo que puedo explicar, que estuvo dentro de esas experiencias inefables en las que el alma se manifiesta y vives el momento pleno e intenso. Ya sé que poco te cuento de por qué pasó, ya que solo me queda la memoria difusa de lo visto y el recuerdo imborrable de un profundo sentimiento. Acabado todo, mi primo y yo nos miramos y nos preguntamos: ¿tú también? sí, yo también. La cosa es que creo que  esa experiencia privilegiada había sido compartida, probablemente, por la mayoría de los que estábamos allí. Una vivencia que la Semana Santa sevillana, de manera análoga al arte o a la mística, nos ha ofrecido alguna vez, al menos, a todos a los que la hemos disfrutado y, si eres de ellos, tus recuerdos serán los míos.
Una experiencia parecida, también con Enrique, me ocurrió en Portugal. La casualidad nos hizo pasar junto a Fátima. No pensábamos parar pero, ya que estábamos a la vera, lo hicimos. Los que me habéis leído bien sabéis que soy creyente y, sin embargo, el lugar y el templo no me resultaban atractivos con su insulsa e incoherentemente sin alma arquitectura de muchas iglesias del siglo XX, desvinculada tanto de la tradición como de la modernidad. Quiero decir, que la antesala de la experiencia era completamente la contraria de la anterior, en la que la hermosura de lo previo había sido el antecedente de aquella. La cosa es que avanzamos por la explanada y atravesamos la portada. Nos quedamos a los pies de la nave. El interior era tan insulso o más que el exterior y, sin embargo, a pesar de que no había nada externo que me atrajese, sólo sentía ganas de quedarme allí, quieto, en silencio. Pasó un buen rato y salimos. De nuevo la pregunta: ¿tú también? sí, yo también.

Juan Pablo Navarro
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La Espadaña de San Juan de la Palma – 136

Espadaña de San Juan de la PalmaSevilla es ciudad de torres y espadañas. Mientras unas nos miran, las otras parecen ensimismadas con sus ojos entornados y humildes. Entre ellas está la de San Juan de la Palma, remate del envoltorio barroco que cubre a la iglesia mudéjar. El «Se acabó año de 1788» en azulejo blanco con letras azules sobre el hueco de las campanas nos informa de su juventud. Y así, queriéndola  humilde, joven y hermosa, cuando mis pasos se adentran por la calle Feria, no dejo de saludarla, esperando, algún día, atrapar su mirada.

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Sevilla y la Virgen del Pilar – 135

Virgen del Pilar Catedral de Sevilla

Virgen del Pilar de la Catedral de Sevilla


♦ La devoción a la Virgen en su advocación del Pilar está muy arraigada en nuestra ciudad de Sevilla.
Aunque sevillano, corre por mis venas añeja sangre aragonesa. Mi madre, María Pilar, natural de Zaragoza, pertence a una familia afincada durante siglos en el el aniguo reino de Aragón. Es por ello que la devoción a la Virgen del Pilar me la transmitió desde pequeño. Sin embargo, la devoción a la Virgen en su advocación del Pilar es algo muy arraigado en nuestra ciudad de Sevilla.
Así, existe el relato de que San Pío, obispo de Sevilla y de oficio escultor, fue testigo con Santiago apostol de la aparición de la Virgen del Pilar en el año 40 D.C a las orillas del Ebro. Este le encargó que, a su vuelta a Sevilla, esculpiera una imagen de la Virgen sobre un pilar, a la manera que ellos habían presenciado, para presidir las reuniones de los primeros cristianos. Así fue, trasladandose la imagen, siglos depués, a la basilica de San Vicente*. Con la invasión sarracena, esta imagen se perdería. (A mis hermanos y a mí hay algo que nos une a esta leyenda: somos sevillanos y medio zaragozanos y, además, hemos vivido durante toda nuestra infacia y juventud en la calle San Vicente* donde la Virgen del Pilar siempre estaba presente en nuestra casa).
Esta historia puede estar vinculado al hecho de que la Virgen del Pilar presida la capilla que se encuentra a la entrada de la Catedral por su cabecera en la puerta de Palos. ¿Podría ser que existiese en aquella época la tradición de que la Virgen del Pilar fue la primera patrona de Sevilla y que por eso se cediese a los caballeros aragoneses que entraron en Sevilla tras la Reconquieta una capilla tan privilegiadamente situada? No lo sabemos, pero, en cualqueir caso, podemos disfrutar de la excelente talla que esculpió Pedro Millán hacia 1500 y que preside dicha capilla.
Por otro lado, la devoción está vinculada a la parroquia de San Pedro, donde, de la misma manera que en la catedral, se vincula la Hermandad de Nuestra Señora del Pilar y Santiago Apostol a esos primeros caballeros aragoneses que vinieron con el rey san Fernando. En su capilla se venera una imagen del Pilar del siglo XVIII.
De principios del siglo XX es la talla de la Virgen del Pilar que se halla en el Santo Ángel. En esta iglesia, la comunidad aragonesa en Sevilla celebra cada 12 de octubre el día de la Virgen con una Santa Misa. En ella, los bellos trajes tradicionales de Aragón se unen al canto y al baile de la sonora, bella y profunda jota.
Sólo quiero referir un caso más, quizá el más conocido. En el paso de nuestra amada Esperanza Macarena, detrás del llamador, se encuentra una réplica en plata de la Virgen del Pilar. Así, cada madrugada, la devoción más popular se une a la más antigua para pasearse por Sevilla.
La cosa es que el relato de San Pío, sea cierto o no, me lleva a meditar sobre cosas que son reveladoras de nuestra ciudad. Lo primero, es la indiscutible devoción mariana de Sevilla; lo segundo es que sea un escultor nuestro primer obispo, cuando la escultura, cuando la imaginería, es tan relevante, a través de las imágenes que procesionan en la Semana Santa, en la religiosidad sevillana; y lo tercero es más universal, el sentido simbólico del pilar:
Pilar se asocia a la solidez que da confianza; sobre un buen pilar podemos construir un edificio seguro. La columna asocia el suelo y el cielo; por ello, es María soporte que nos acerca de la tierra al cielo. La columna nos asocia con la arquitectura, con el templo, con la construcción que hacemos entre todos para habitarla en común. ¡Sí, con la arquitectura! arte tan querido para mí y tan afín a las entradas de esta bitácora.

*Nota: La iglesia de San Vicente a la que se refiere la leyenda de San Pío sería probablemente la hace poco descubierta en el patio Banderas y no la actual parroquia de ese nombre aunque esta también se asienta sobre una antigua basílica paleocristiana.
 
Juan Pablo Navarro
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