Portada de Casas Sevillanas desde la Edad Media al Barroco con textos de Teodoro Falcón
♦ Don Ramón Serrera afirmó que sus fotografías son las que hacen a Casas Sevillanas un «libro bello». Consideró a estas coautoras y colaboradoras imprescindibles del extraordinario texto don Teodoro Falcón.
Solo pude salir agradecido el pasado jueves, 29 de noviembre, cuando terminó la presentación de Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco. El salón de actos de la Academia se llenó, no pocas personas se quedaron en el patio (un millón de gracias a los valientes que vencieron al gélido relente), y, eso creo, las intervenciones fueron muy interesantes para todos los asistentes.
Don Ramón Serrera fue quien presentó este acto en la Academia Sevillana de Buenas Letras. Comentó la gran calidad humana y académica de don Teodoro Falcón: Doctor en Historia, y catedrático de Historia del Arte en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, ha sido comisario de múltiples exposiciones, en las que destaca “Magna Hispalensis”, Catedral de Sevilla, 1992; entre sus numerosas publicaciones destacan, de temas sevillanos, monografías sobre: la Catedral, la Giralda, la Torre del Oro, el palacio de San Telmo, el palacio Arzobispal, las iglesias del Sagrario y de San Nicolás y títulos como: “El palacio de las Dueñas y las casas-palacio sevillanas del siglo XVI” y “La casa de Jerónimo Pinelo, sede de las academias sevillanas de Buenas Letras y de Bellas Artes”.
Don Ramón entendió como un pleno acierto el contenido del libro, resaltó lo amplio del material original que se exponía en este, cómo se explica la evolución de la casa sevillana y los distintos edificios que se eligen para su exposición monográfica: El Palacio de Pedro I, la Casa de Altamira, la Casa del Rey Moro, la Casa de los Marqueses de La Algaba, la Casa de Pilatos, el Palacio de las Dueñas, la Casa Almansa (Mañara), la Casa de Jerónimo Pinelo, el Alcázar Renacentista, el Palacio Arzobispal, la Casa de la Condesa de Lebrija, la Casa de los Bucarelli, la Casa de los Villa, la Casa del Almirante López-Pintado y la Casa de don Benito del Campo.
Don Ramón, en lo que más cercano me toca, afirmó que mis fotografías son las que hacen a Casas Sevillanas un «libro bello». Consideró a estas coautoras y colaboradoras imprescindibles del texto de don Teodoro Falcón. Me alegró en extraordinaria medida que alabase el diseño de la obra y que apreciase el esfuerzo que ha sido el incluir por todas sus páginas una barra de resumen con lo más interesante de los textos. Tengo que decir que esta barra ha sido esencial para mí en la idea del libro que tenía. Entiendo que los libros de gran formato deben ser unión entre fotografía y texto: normalmente nos quedamos en las fotos, si acaso, leemos algún pie de foto y, raramente, leemos el texto, siendo éste, en realidad, lo más importante del libro. Por ello, pensé, y creo que no me he equivocado, que esa barra podía ser un puente válido y que supondría un medio que facilitaría que el que se acercarse a Casas Sevillanas saldría sabiendo más de estas cuando cerrase las tapas del libro.
Tras la presentación de Don Ramón Serrera, me tocó a mí exponer brevemente las razones que me llevaron a idear este libro y, por último, don Teodoro Falcón dio una clase magistral sobre la casa sevillana.
Os adjunto, por ser la que dispongo completa, mi intervención:
Excelentísimo Señor Presidente. Excelentísimos Señores Académicos. Señoras y Señores.
Como Editor, fotógrafo y diseñador de este libro, «Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco», quisiera dar, sobre todo, las gracias y manifestar un anhelo.
Gracias, primero, a la Academia por invitarnos a su casa a presentar este libro y gracias por permitirme dirigir unas palabras desde este estrado a mí que en vez de hablar debería escuchar.
Gracias a D, Teodoro Falcón. Difícilmente podré manifestarle la alegría que me produjo el que tuviese confianza en el proyecto que esta humilde editorial le presentó de hacer un libro sobre las más históricas casas de la ciudad.
Gracias por haber regalado toda su experiencia, todos sus conocimientos sobre la casa sevillana que abarcan toda su vida, gracias.
Gracias también a los propietarios e instituciones que nos han dado todas las facilidades para entrar en los edificios históricos que se retratan en el libro.
Con ellos, con las personas que las habitaban o, simplemente, con los que trabajaban en ellas, he tenido el privilegio de, aunque solo fuese durante unas horas, hacer esas casas mías y, mediante la cámara, recoger ese instante para regalárselas a todos en este libro.
Y gracias a Dios por haber hecho posible este libro. Recuerdo cuando hace ya más de 30 años, mi padre, Francisco Navarro Sánchez del Campo, al que muchos conocisteis y a quien dedico este libro, recibía los libros editados por FOCUS. Con ellos, comprendí la contundente belleza de los libros de gran formato. A ellos se le unieron libros como Arquitectura Civil Sevillana y 100 Edificios de Sevilla y otros como la colección de Bolsillo de la Universidad.
Con ellos aprendí a amar y también a sufrir con nuestra ciudad.
Y digo sufrir porque sobre la Sevilla que yo conocí ya no se podía afirmar los que Chaves Nogales escribía en 1921 en su libro “La Ciudad”. En ella afirmaba que no sabía de ninguna ciudad que tuviese esta sabia armonía, esta exquisita aristocracia, esta plenitud de espíritu de Sevilla.
Ese espíritu, ese no se qué, al que José María Izquierdo llamaba Gracia. Un espíritu que transformaba lo extraño en propio.
Así la iglesia de San Luis que es romana y jesuítica es ejemplo complejidad barroca y del armónico equilibrio de nuestra ciudad. O el parisino puente de Carrusel es nuestro símbolo más castizo en el puente de Triana. O los mármoles labrados en Génova ¿No son el más sevillano recuerdo del que ha jugado, sesteado o meditado en un patio sevillano?
Si embargo, en los últimos 80 años parece como si la decadencia económica, la avara especulación inmobiliaria y la ignorancia soberbia hubiese destruido el alma de Sevilla.
Hoy, lo que es propio parece tópico y pastiche.
Lo que es ajeno, parece ordinaria impostura.
Y os hablo, ahora, de mi anhelo porque, es necesario el esfuerzo de restablecer la memoria para contemplar Sevilla con ojos nuevos.
Porque Sevilla sería como la Clarisa de las Ciudades Invisibles de Italo Calvino: “Clarisa ciudad gloriosa, tiene una historia atormentada. Varias veces decayó y volvió a florecer, tomando siempre a la primera Clarisa como modelo inigualable de todo esplendor, por comparación con el cual el estado presente de la ciudad no deja de provocar nuevos suspiros a cada giro de las estrellas.”
Y así, parafraseando de nuevo a Calvino, debemos asumir el riesgo y exigir la atención y el aprendizaje continuo de buscar y saber reconocer quién y qué, en medio de los infiernos que hemos construido, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.
Por eso, se me hace necesario e imprescindible este pequeño gesto de publicar este libro de Casas Sevillanas para descubrir donde todavía hay cielo, donde está el modelo de la Clarisa/de Sevilla que debemos imitar y reencontrar esa sabia armonía, esa exquisita aristocracia, esa plenitud de espíritu.
Y, por favor, ya saben ¡COMPREN EL LIBRO!
Juan Pablo Navarro
Maratania
Edición. diseño, maquetación y servicios editoriales – Sevilla
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