Hoy celebramos el día de San Fernando, patrón de Sevilla. cuyo cuerpo incorrupto se conserva en la capilla Real de la catedral. Canonizado el 7 de febrero de 1671 por el Papa Clemente X, el cabildo catedralicio celebró fiestas en su nombre, adornándose el templo metropolitano para estos fastos y levantándose monumentales arquitecturas efímeras. Como recuerdo de ello, encargó a Fernando de la Torre Farfán un libro, el famoso «Fiestas de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla al nuevo culto del señor Rey S. Fernando», uno de las más bellas ediciones del barroco español. El libro contó con 21 grabados de Matías de Arteaga y Juan de Valdés Leal con la colaboración de Francisco de Arteaga, Lucas Valdés y Luisa de Morales. Aquí os presento alguno de ellos.
El Postigo del Aceite, de Tortello, de la Pura y Limpia y de los calentitos -194
El Postigo del Aceite es uno de los lugares más encantadores de Sevilla. Separaba la ciudad intramuros del famoso puerto, dejando a la izquierda las Atarazanas y cruzando la Resolana del Arenal. Tal como reza el rótulo que está sobre la puerta con el tondo con el escudo de la ciudad, atribuido a Juan Bautista Vázquez El Viejo, la mandó construir el conde de Barajas, el mismo al que debemos la Alameda. Su construcción se debe al italiano Benvenuto Tortello, uno más de los arquitectos foraneos que como los ilustres Hernán Ruiz, cordobés, o Leonardo de Figueroa, valenciano, ediificaron la grandeza de la ciudad.
Junto al Postigo se encuentra la capillita de la Pura y Limpia, pequeña joya del barroco. Como comenta Salvador Hernández González dicho retablo había sido concertado, en 1753, con el tallista Juan José González y sigue a pequeña escala los modelos de los retablos mayores de la época, centrado por una hornacina con la figura de San José . Lo preside la imagen la Pura y Limpia Concepción delPostigo, tradicionalmente adjudicada a Luisa Roldán. A los lados descansan las efigies de San Francisco y santo Domngo.

Mercado junto al postigo en una obra de Joaquín Turina en 1907

La churrería del Postigo un día del Corpus. Foto: Eduardo Briones
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Sevilla FC Tricampeón. De Linares a Turín – 193
¡Eindhoven, Glasgow y Turín; y también Mónaco; y la liga, y las copas y supercopa de España¡ ¡Sevilla Campeón¡
Otro día más para dar gracias al fútbol, para dar las gracias por ser sevillista y otro día más por la alegría compartida con amigos y desconocidos que ayer eran, ciertamente los eran, y hoy también lo son, ciertamente los son, mis hermanos.
Y esta alegría la colmo al mirar atrás. Porque la cosa es que el destino parecía que a mí no me deparaba esta gloria. Con un abuelo presidente del Betis, la vida parecía que me llevaría por el otro lado de la orilla; pero no fue así, mi lógica infantil de que yo era de Sevilla y mi equipo tenía que ser el que llevaba su nombre me salvó. Y no eran grandes tiempos, el Sevilla penaba en segunda, aunque los Superdinámicos que compraba me mostraban un feliz pasado.
El primer logro que llega a mi memoria es uno mínimo, una victoria en Linares, ¡que nos libraba de la promoción¡, con dos goles del mítico Biri Biri, que un año después nos guiaría a Primera.Y, entonces, me asombraría con los potentes disparos de Scotta, ¡pish, pish, que viene, que viene¡, y el golazo de Bertoni, que desde un pico del área y con una parabola imposible quitaba la liga a la Real Sociedad. Y después don Manolo Cardo, Pintiño y Francisco para regalarme mi primer «yo estuve allí», en la UEFA claro, tenía que ser la UEFA, «Sevilla 4 – Paok de Salónica 0». Llegarían grandes equipos con grandes jugadores: Polster, Zamorano y, sobre todos, Suker, Suker, Suker. Pero pasaban los años y, otro año igual. otro año igual, se quebraban las esperanzas de ganar algo.
Era el año 2005, compraba el periódico por la mañana, cuando a mi lado un hombre cansado por no haber dormido toda la noche sonreía feliz con la portada que a mí me dolía. Era la seguna copa ajena que yo vivía y, desconsolado, pensaba que no, que nunca llegaría, que nunca saborería el triunfo. Juan Pablo, nunca pierdas la esperanza porque del Sevilla «dicen que nunca se rinde y el arte de su fútbol no tiene rival». Lo demás, cantado con un himno providencial que nos arrebata, ya lo sabéis: ¡Eindhoven, Glasgow y Turín; y también Mónaco; y las copas y supercopa de España¡ ¡Sevilla Campeón¡… y queremos más, porque el Sevilla FC está entre los elegidos y porque, en la orilla que de niño yo elegí, se exige siempre soñar con más.
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Un sueño cofrade: los cristos de la Clemencia y de los Desamparados de Juan Martínez Montañés en un paso – 192
Hoy es Viernes de Dolores, el día de las lolas. Sorprende como el gracejo popular ha transformado un nombre que evoca el padecimiento en uno de los más encantadores del castellano. De parecida forma, en la imaginería sevillana, admira como la representación de la cruenta muerte de Cristo se transforma en imagenes que evocan paz, armonía y amor sin negar la brutalidad, el dolor y el sufrimiento de la pasión redentora de Jesús de Nazaret.
Esta ambivalencia de lo representado y lo sentido alcanza su extasis cuando el sevillano contempla las imágenes por las calles de la ciudad al ritmo acompasado de los costaleros. Así que no extraña que cada vez que este sevillano contempla una imagen en una iglesia se las figura «procesionando» por sus calles y, todavía en mayor medida, si no pertenece a la dilatada nómina de las cofradías. Dos obras de Montañés son las más deseadas en este sentido: el Cristo de la Clemencia y El Cristo de los Desamparados, obras sublimes y magistrales ambas. La cosa es que, alguna vez, ese deseo se cumplió. El primero salió ocasionalmente, como en el Santo Entierro Magno del año de 1920. El segundo fue titular del hermandad de la Lanzada durante todo el tiempo en que esta residió en la iglesia del Santo Ángel de 1851 a 1916. Eso ya pasó y, ahora, sólo nos queda soñarlo mientras que contemplando los sublimes simulacros de Montañes nos elevamos para alcanzar la paz, la armonía y el amor.

El Cristo de la Clemencia en el Santo Entierro Grande de 1920

El Cristo de los Desamparados de Montañés en la paso de la Lanzada

El Cristo de los Desamparados en MONTAÑÉS de Manuel Jesús Roldán yFran Silva

El Cristo de la Clemencia en MONTAÑÉS de Manuel Jesús Roldán y Fran Silva
Juan Pablo Navarro Rivas
El Hospital de las Cinco Llagas, hoy Parlamento de Andalucía – El Escorial Sevillano – (191)

El Parlamento en nuestro libro «y Sevilla»
Catalina de Ribera fundó el Hospital de la Sangre en la calle Santiago para cura de mujeres en 1500. Su hijo Fadrique de Ribera, muerto en 1539, dispuso en su testamento la construcción de un nuevo Hospital frente a la Puerta Macarena, “tal y de tal calidad que se pueda tener y tenga por obra perpetua”. Este Hospital, llamado de las Cinco Llagas, fue en su momento el mayor de Europa con más de mil camas para hombres y mujeres. Esta función se mantuvo hasta 1972 y, tras años de abandono, se restauró por Alfonso Jiménez y Pedro Rodríguez Pérez para ser, desde 1992, la sede del Parlamento de Andalucía.
Peraza nos da testimonio del gran numero de hospitales con los que contaba Sevilla en el XVI: “ciento y tantos, mui sabiamente ordenados, y los más dellos cada uno diputado para una particular enfermedad” en los que, según nos cuenta, se atendía a mendigos provenientes de toda Europa. No obstante, en 1587, por iniciativa del arzobispo Rodrigo de Castro, se redujeron el número de hospitales con la intención de mejorar la asistencia. De esta forma, setenta y seis con escasas rentas quedaron reducidos al de Amor de Dios y Espíritu Santo, subsistiendo otros dieciséis, entre ellos el de las Cinco Llagas, el cual, curiosamente, centralizó la actividad de los dos citados a partir de 1837 en que desaparecieron.
Martín de Gaínza realizó las trazas del Hospital en 1546. Tras su muerte, Hernán Ruiz II lo sucedió y a él se debe el diseño de la iglesia. Desde 1570, Benvenuto Tortello y desde 1572 Asensio de Maeda, continuaron las obras hasta su conclusión en 1598.
Dos pisos constituyen la larga fachada. En ella se suceden de forma repetitiva las pilastras de orden dórico en el primero, entre las que se intercalan pequeñas ventanas, y de orden jónico en el segundo. De las cuatro torres proyectadas para cada uno de sus vértices, sólo se concluyó la situada en la izquierda de la fachada, que remata un chapitel con azulejos. La portada es de mármol blanco portugués, usado habitualmente por los canteros sevillanos en los siglos XVI y XVII. Los escudos de los Enríquez y Ribera aparecen a los lados y el de las Cinco Llagas en su remate.
La planta del hospital renacentista que se había impuesto desde los Reyes Católicos era un gran rectángulo en que se cruzaban dos naves dando lugar a cuatro patios. En este modelo, una iglesia se situaría en la intersección de las naves y así lo planteó Martín de Gaínza, sin embargo, Hernán Ruiz II lo varió, construyendo en 1584 una iglesia exenta en uno de los patios delanteros. La monumental portada principal la forman dos cuerpos con columnas pareadas que soportan un frontón recto rematado por jarrones. Juan Bautista Vázquez “el Viejo” labró en 1564 los bellísimos relieves en mármol del arco de entrada que representan a las Virtudes Teologales.
La planta rectangular de una sola nave con capillas entre los contrafuertes inició el modelo llamado «de cajón”. Éste influyó en el barroco sevillano cuando, con el impulso de la Contrarreforma, se prefirió la funcionalidad de las iglesias de una sola nave que mejoraban la audición y contemplación de la Misa. Actualmente alberga la sala para plenos del Parlamento andaluz.

Vista de la nave central. Retablo. Foto: Francisco Javier Romero García. Fuente: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico
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El Convento de Santa Paula, donde el azulejo conquistó a Sevilla – 190

El Convento de Santa Paula en nuestro libro de gran formato: «y SEVILLA»








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La Cartuja de Santa María de las Cuevas – Monasterio, fábrica y museo – 189

La Cartuja en nuestro libro de gran formato: «y SEVILLA»
Este monasterio cartujo lo fundó el arzobispo Gonzalo de Mena en 1399 pero, cinco siglos más tarde, tras su desamortización, el Marqués de Pickman instaló una fábrica de loza y porcelana china. Abandonado este uso en 1982, fue, con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1992, sede del Pabellón Real. Tras este certamen, alberga el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.




















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La casa de Altamira en Sevilla – De residencia de los duques de Béjar a sede de la Consejería de Cultura

Mi amigo Pareto me dice que hay un 80% ó un 20% de posibilidades de que no cuente nada en este artículo
La Parroquia de San Vicente de Sevilla y la tristeza – 188
Algunas plazas de Sevilla te invitan a quedarte como si fueran islas donde un tiempo lento marcase el paso al día. Otras, incluso puede que más bellas, son como puentes que cruzas en tu lento o rápido caminar. De estas es la plaza de Doña Teresa Enríquez con sus tupidos naranjos y su crucero en el centro. Y eso hago yo, la cruzo y entro en la parroquia de San Vicente, donde hace ya… unos cuantos años, me bautizó, su entonces párroco, el padre Ayarra, el hoy canónigo y reconocido organista.
Quizá sea por mi madre, que dice que es una iglesia propia para funerales, que siempre me ha parecido que tenía un aire triste y que, precisamente por ello, se me sugiere propia de los ritos que marcan nuestra existencia en su alfa y en su omega. El primero le ofrece, por la calidez del feliz del momento, ráfagas que la alivian de la pena e iluminan su atmósfera tranquila para que preste sosiego al despertar de la vida. En el postrero, la melancólica penumbra de San Vicente acompasa con la tristeza del alma que se despide.
Por un arquitecto cuyo nombre para qué recordar, se restauró hace ya alguno años. Desde entonces, tiene un aire más a nuevo del que yo conocí pero, a pesar del mobiliario de sala multiusos que le añadió y de la daltónica pintura de sus muros, me sigue pareciendo como entonces, un lugar para la melancolía, para la meditación, para la oración silente sobre nuestro principio, sobre nuestro fin.