A un buen porcentaje de nosotros nos gusta la verdad y la belleza pero lo que a todos nos gusta es que nos cuenten una historia aunque sea mala.
En los anteriores artículos sobre la casa de los Pinelo, habréis comprobado que, en el primero y el segundo, daba como propietario y constructor de la casa a Francisco Pinelo como era reconocido tradicionalmente y, en el tercero y el cuarto, a su hijo Jerónimo Pinelo tal como parece comprobado.
Realmente, me gusta más que sea Francisco Pinelo el propietario, da pie para hablar de un personaje muy importante de la época de los Reyes Católicos, amigo de Colón, financiador de sus dos primeros viajes, promotor de la casa de Contratación, de su familia, de sus hijos naturales. Lo que se dice un personaje. Pero aquí llega la ciencia y nos dice que el que labró la casa fue su hijo Jerónimo, un canónigo de la Catedral del que casi desconocemos todo.
!Nos chafaron la historia¡
Imaginemos a dos personas que entrasen en la casa y viesen el patio:
– ¡Qué bonito! – dijeron los dos.
– Sabes que el dueño de esta casa se llamaba Francisco Pinelo y que era muy amigo de los Reyes Católicos y de Colón.
– Ah – respondió el otro
Viendo el escaso interés, el primero buscó un tema de mayor peso:
– Tuvo dos hijos de su mujer y ¡tres o más naturales!. Menudas juergas que se montaría aquí con don Cristóbal.
– No me digas, cuenta, cuenta.
– Sí, pobre su mujer, tener que aguantarlo. Y encima, retrató aquí en los arcos a sus hijos y a sus amantes.
El otro, que no había reparado en los tondos de los arcos, empezó a escrutarlos detenidamente con mirada policial. Al ver uno con casco, preguntó:
– Ese ¿quién es?
– Creo que Julio César. Me parece que también era amigo suyo y compañero de juergas.
Y así siguieron charlando mientras disfrutaban viendo la belleza de las yeserías.
Y, ahora, con la historial real:
¡Qué bonito! – dijeron los dos.
– Sabes que el dueño de esta casa se llamaba Jerónimo Pinelo, un canónigo de la catedral.
– ¿Y?
– Pues eso, que era canónigo, no sé más.
– Bueno, esto está visto, ¿nos vamos a tomar una cervecita?
– Vale
Pues eso, que la ciencia nos echa muchas veces por tierra un buen cuento. Cuando se cuenta una historia, ésta debe ser verdadera y no las trolas de nuestros personajes que han oído campanas y no saben dónde. Pero es verdad que un cuento, un simple relato que capte nuestro interés hace, como en este caso, que nos acerquemos mejor a una verdad mayor; aquí, la belleza del patio renacentista. Los otros dos, con su historia verdadera pero alicorta, se quedan con la cervecita y no con el patio.
P.D.: Los textos que ve en este artículo y en otros de la bitácora sobre las casas de nuestra ciudad son de mi autoría, sin embargo, en noviembre de 2012 hemos publicado Casas Sevillanas desde la Edad Media hasta el Barroco con textos de uno de los máximos expertos en arquitectura sevillana, el catedrático Teodoro Falcón.
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Estoy trabajando de guía en la casa de los Pinelos y cuenta la historia según el libro de Teodoro Falcón. Sin embargo, la gente se queda almenos una hora admirando la casa antes de irse a beber una cerveza. Saber que estás visitando la casa del hijo de una persona importante como Francisco Pinelo no resulta de ser un mal cuento al final…
Un saludo
Ines
Me alegro Inés. Seguro que se quedan a ver la casa de lso Pinelso no sólo porque ésta indudablemente se la merezca sino porque tú lo cuentas muy bien.
Muchas gracias, espero verte por esta humilde Bitácora