Fue una presentación multitudinaria la que vivimos ayer en Carmona del último poemario que hemos publicado: «Ad maiorem Dei Gloriam – Una Oración por Carmona». Fue todo un triunfo de Ricardo Arjona, su autor.
En 2021, publicanos su primer libro de poemas: «Recetario Sevillano – La visión de un inepto en la cocina»: una sobremesa con amigos despertando recuerdos, rumiando tapas, evocando lugares. Ese momento alegre, sea serio o risueño, es al que llamaba este libro. El pasado 23 de abril participamos en el Día del Libro en la sevillana plaza de San Francisco. Invité a cada persona que pasaba a que lo ojease e, inevitablemente, a cada una le surgía una sonrisa cómplice.
Ayer, todos compartimos esta sonrisa cómplice en el Centro Cultural de Santa Ana, ubicado en la antigua iglesia del que había sido convento dominico. En este espléndido lugar, nos dimos cita numerosas personas para celebrar la Semana Santa eterna que resucita todos los días del año.
Organizado por La Giraldilla, asociación que ha patrocinado la publicación de este poemario, a través de la excelente labor de Gracia Baladrón, contó con numerosos invitados que recitaron virtuosamente los poemas de Ricardo -sorprendente y excelente la del alcalde de Carmona, Juan Ávila- acompañados por las guitarras de Víctor Fernández y Paco Macías y la bella voz de Marta Moreno -espléndidas sus versiones de «Amargura» de Font de Anta, de «Saint Agnes and the burning train» de Sting y de la sevillana con que interpretaron el poema «Golondrinas marrones» del propio Ricardo dedicado a las Hermanas de la Cruz.
«Ad Maiorem Dei Gloriam, una oración por Carmona» recoge en once poemas el misterio de la Pasión y Resurrección de Cristo representados en Carmona por sus Hermandades y Cofradías en su estación de penitencia. El Evangelio se enhebra en el lápiz para coser unos poemas que, más que una loa, son una oración que se desarrolla mientras el autor recorre las calles, plazas y rincones de Carmona: «Una oración por Carmona». Aunque, quizá, estos poemas también sean una oración por la ciudad que conserva la belleza de su historia; construida por gentes que fueron igualmente bordando, piedra a piedra, su vida en ellas. Una ciudad vieja y viva, bella y viva, inquieta y viva. Sí, sobre todo viva.
En Carmona, en Sevilla, en Andalucía, en España, en lo que fue Occidente, en el Mundo Católico, se mezclan en feliz pareja lo alegre con lo santo, la gracia con lo gracioso, el carisma con la sal, el buen hacer con lo angélico y, por ello, no me extraña que en Ricardo se suceda un poemario que invita a lo lúdico con otro que nos habla de los más santo. Y no me extraña, pues el mismo Resucitado invitó a comer pan y pescado a sus amigos para mostrarles que en verdad estaba vivo (cf. Lucas 24:36-43 y Juan 21:4-14) uniendo lo material con lo espiritual.
Por eso, concluyo con Ricardo:
Ayudadme a entender que estáis de vuelta / como a aquellos que iban a Emaús, / mandadme a los que anuncian vuestro reino, / que me vuelvan discípulo y me enseñen / a cumplir con fervor vuestros mandatos, / que no debo buscarte entre los muertos, / ¡que sois Dios y que habéis resucitado!
Sí, ayer vivimos.
AMDG