“Como la red de vías… es propiamente una intricada red de geometría fractal, todos los caminos llevan a todas partes. Las pequeñas y pintorescas señales de los cruces pueden indicar lo que quieran, pues seguro que por aquel camino también se puede llegar a aquel sitio… y a todos los demás. Para no extraviarnos es imprescindible llevar planos muy detallados, de escala muy grande (de una milla por pulgada, como mínimo); y, si está nublado, una brújula no nos vendrá nada mal.
Parece que los británicos dan por supuesto que uno ha nacido por allí cerca y que se ha pasado la vida recorriendo aquellos caminos”.
Y es que, como escribía Antonio Burgos, hay dos tipos de ciudades, aquellas que por mucho que quieras no logras acceder nunca al centro y en cuanto te descuidas acabas en la carretera para el pueblo vecino; y hay otras, hospitalarias, que por mucho que quieras salir, te atrapan en sus calles. Puedo proclamar que Jerez es la reina de estas últimas.