La plaza de San Leandro es una de las más bellas de Sevilla. Tiene el encanto de su pila del pato, la dulzura de las yemas del convento que da nombre a la plaza y cuya iglesia tiene puerta a esta, el caserío antiguo conservado e, incluso, en la esquina con Francisco Carrión Mejías, uno de los edificios contemporáneos que mejor se han integrado en su entorn0. (Luis Marín Terán, Aurelio del Pozo, Enrique Haro – 1984). Pero, cuando crucemos la plaza, en el número 8, donde arranca la calle Imperial, no debe pasarnos desapercibido la casa que allí se levanta.
Es un magnífico ejemplo de edificio del siglo XVIII. San Leandro, 8, mantiene los esquemas clásicos de las casas sevillanas con su apeadero, patio principal rodeado de columnas de mármol y jardín. Su portada la enmarcan medias columnas toscanas que sostienen un entablamento con friso de triglifos y metopas. El balcón lo cobija, de forma característica, un guardapolvo de pizarra. El edificio se culmina con un bello y alargado mirador.
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