La Cilla fue durante veinte años la sede del sevillano museo de Arte Contemporáneo. Muchas veces recorrí sus pasillos y, en ellos, encontré el gusto y la admiración por la pintura más actual.
La Cilla era el almacén donde se depositaban los diezmos que el cabildo recaudaba y es obra de 1770 atribuida a Pedro de Silva (1715-1781). Rafael Manzano lo adaptó en 1972 como Museo y le añadió un piso con buhardillas. A su primer director, Víctor Pérez Escolano, se debe su fuerte impulso inicial con una notable actividad expositiva temporal y la adquisición de su interesante colección de arte español contemporáneo.
La creación del Museo coincidió con una incipiente inquietud artística que se produjo en la ciudad como consecuencia del desarrollo económico y a la inteligencia de un pequeño grupo de personas inquietas. Se abrieron numerosas galerías como la de Juana de Aizpuru o el Centro de Arte M11.
Con la colaboración de Manuel Salinas, Diego Carrasco, Alberto Corazón y Francisco José de la Peña, M11 fue galería de arte, pero también biblioteca especializada, editorial, taller de creación, lugar de conferencias y proyecciones. Colaboraron económicamente con grupos de teatro independiente y con el naciente rock Andaluz. Produjeron, incluso, a Goma, la banda de Manuel Rodríguez, Pepe Sánchez y Antoñito «Smash».
Cerrada M11 en 1976, su testigo no se ha recogido desde entonces.
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Años después, tras la restauración de la Cartuja, el Museo se cerró y se trasladaron sus fondos al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Actualmente, el uso de la Cilla se une al del Archivo de Indias, de donde recibió numerosos fondos bibliográficos.
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